Prensa Latina. De dulce, mole, rajas y verdes, los tamales en México tienen una amplia variedad dentro de la tradición popular, más hoy que se festejará el Día de la Candelaria, una de las fiestas religiosas más difundidas aquí.
Millones de mexicanos celebran esta fecha, como marca la costumbre, comiendo un rico tamal acompañado de un champurrado (atole de maíz) y en familia invitan a la unión.
Desde el pasado 28 de enero comenzó la Feria del Tamal en esta capital en espera de la celebración, la que varía en cada estado del país.
La más sobresaliente por la duración (31 enero-9 febrero) y el número de visitantes que recibe es la de Tlacotalpan, Veracruz (sureste). Allí, desde hace un siglo, la Virgen de la Candelaria tiene su festividad a orillas del río Papaloapan.
Este homenaje en México se enriquece con el compadrazgo, es por ello que quien encuentre uno de los muñequitos “representación del Niño Dios” en la denominada rosca de reyes (pan moldeado), se transforma en padrino del Niño y tiene el compromiso de vestirlo y colocarlo en un canasto adornado con flores para llevarlo a bendecir.
Pero especialmente, quien lo halla debe hacer una fiesta basada en tamales y atole.
En muchos pueblos llevan mazorcas a la iglesia para que sean bendecidas, a fin de sembrar granos en el ciclo agrícola que inicia, pues el el día coincide con el undécimo del primer mes del antiguo calendario azteca, cuando se alababa a algunos dioses tlaloques.
Hacia el centro de México se acostumbra vestir al niño Dios del nacimiento navideño y llevarlo a oír misa, después de lo cual, es colocado en un nicho donde permanece el resto del año.
Lo cierto es que cada 2 de febrero México vive una fiesta provista del sincretismo que caracteriza a la cultura nacional, en la cual se fusionan las usanzas judía, católica y prehispánica.
Además de haber asimilado particularidades de la modernidad, como las vestimentas sui géneris del niño Dios, quien por acá puede aparecer hasta con traje de futbolista.
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