Notimex. A tres décadas de distancia, la enseñanza del sismo de 1985 generó la instrumentación de políticas, programas de prevención, un mayor desarrollo científico y una red de monitoreo.
La directora del Centro de Investigación en Gestión de Riesgo y Cambio Climático de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Silvia Ramos Hernández, comentó que aún no es posible determinar donde podría ocurrir un nuevo hecho sísmico y la magnitud.
Recordó que al sobrevenir el sismo no se habían dado pasos en México para la prevención, solamente operaba el Plan DN-III de la Secretaría de la Defensa Nacional, pero no existía la estructura de la protección civil.
El acontecimiento hizo impostergable la formación de recursos humanos, la aplicación del Sistema Nacional de Protección Civil, y se estructura en cada uno de los estados, que poco a poco se ha venido consolidando, añadió en entrevista.
Ramos Hernández, quien laboraba en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1985, y experimentó la fuerza del movimiento sísmico, comentó aquel acontecimiento que marcó su vida.
Fue un impulso, dijo, para regresar a su estado natal, con el objetivo de comenzar un trabajo que se ha ido consolidando hacia el monitoreo sísmico, el establecimiento de una red de banda ancha y la formación de recursos humanos.
Relató que al principio en la década de los 90, del siglo pasado, fue difícil iniciar el trabajo que llevaría al monitoreo sísmico y volcánico en Chiapas, y había complicación para conseguir recursos y adquirir equipamiento.
Al inicio del año 2000 obtuvo el respaldo financiero para empezar a trabajar en el tema, urgía medir la actividad sísmica en el estado, y logró el apoyo en la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, añadió.
Contó con el apoyo de los gobiernos federal y estatal para la creación del Centro de Investigación en Gestión de Riesgo y Cambio Climático, en la segunda década de este siglo, y se creó formalmente una red de observación sísmica en el estado, con el acompañamiento del Servicio Sismológico Nacional.
A partir de 2010 se creó en la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, la licenciatura en Ciencias de la Tierra, la cual tiene el propósito de formar recursos humanos para los desafíos que vienen, de la que han egresado cuatro generaciones.
La especialista precisó que la actividad sísmica no solo es entender el fenómeno geológico, tectónico o volcánico. “Hay que comprender que de eso depende la seguridad de mucha gente”, dijo.
Ramos Hernández refirió que tres cuartas partes de la geografía chiapaneca es altamente susceptible a este riesgo sísmico, más en los municipios de las zonas Istmo-Costa, Sierra Madre y Soconusco.
Por lo que a 30 años del sismo de 1985, Chiapas tiene una vigilancia sísmica muy coordinada con el Servicio Sismológico Nacional, el Centro Nacional de Prevención de Desastres y el Sistema Nacional de Protección Civil, subrayó.
“Hemos comprendido la urgencia de que se forman los recursos humanos en temas de sismos y volcanes, hoy estudiantes realizan tesis de licenciaturas y maestrías relacionados con el monitoreo sísmico”, destacó.
Dijo que egresados ya se desempeñan en instituciones públicas en temas relacionados con el cambio de uso del suelo, cambio climático y gestión de riesgos.
Otros ya están en las tareas del monitoreo sísmico, y es necesario seguir fortaleciéndolos procesos preventivos, pues Chiapas tiene una gran actividad sísmica, puntualizó Ramos Hernández.
A partir de 2000 se instaló la estación sísmica en la Unicach, en Comitán, en Pijijiapan y Tapachula, hoy hay más medición de los eventos sísmicos, ha mejorado el monitoreo, la capacidad de registro de eventos es mayor, acotó.
Detalló que los sismos tienen magnitudes desde los tres grados Richter, algunos no son perceptibles, y ocurren muy al fondo marino, pueden estar presentándose uno o dos eventos diarios.
Precisó que los eventos sísmicos ocurren en municipios de las zonas Istmo-Costa, Sierra y Soconusco, por la confluencia de tres placas tectónicas, la placa de Cocos es la más importante, involucra a todo el piso oceánico, y se hunde lentamente de dos centímetros por año.
La sismicidad se presenta frente a las costas desde Suchiate, Pijijiapan, Mapastepec, Tonalá y Arriaga; el 70 por ciento de los sismos en el año es por esta liberación súbita de energía, narró.
Además, la placa de Motagua en el Caribe, que llega hasta el Tacaná, a la altura de Motozintla y Comalapa, atraviesa la Sierra y se pierde en esa zona, que generan sismicidad, la placa de Norteamérica es el piso continental que tiene una enorme cantidad de fallas.
Debido a esto, en el año puede haber dos mil sismos, los que se perciben, pero los equipos registran los suscitados en la frontera con Guatemala, Oaxaca y Tabasco, que superan los tres mil o tres mil 200. En 2014 se contabilizaron más de tres mil 200.
Consideró fundamental la labor del Campus Chiapas de la Escuela Nacional de Protección Civil, en la formación de recursos humanos, pero la sociedad debe sumarse a la prevención.
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