Notimex. Vegetales y animales endémicos destacan principalmente en los platillos tradicionales de las tribus autóctonas de Sonora, pero también algunos elementos traídos por los españoles, como la carne de cerdo.
En territorio sonorense desde hace cientos de años asentaron sus comunidades miembros de las etnias tohono o’odham (pápago), comca’ac (seri), yoreme (mayo), yoeme (yaqui), o’oba (pima) y macurawe (guarijío).
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). también en la entidad hay presencia de indígenas kuapak (cucapá), tehuima (ópata) y kikaapoa (kikapú), comunidad la cual fue la última en llegar alrededor de 1824.
Cada una de ellas desarrolló una cultura culinaria propia, la cual fue enriquecida con la llegada de los conquistadores, según la evidencia de los ingredientes.
Entre los cucapás de este municipio del noroeste de Sonora, el sociólogo por la Universidad de Sonora (Unison), Tonatiuh Castro Silva, indicó que algunas de las comidas usuales eran atole y aguas frescas, lo que relata en el libro “Cucapá”.
Dichas bebidas las obtenían de harina elaborada de vainas secas y semillas molidas de los árboles endémicos de esta región desértica, conocidos como el mezquite, tornillo y palo fierro, dijo.
También, después de las lluvias de verano recolectaban la semilla del quelite, con la cual, una vez molida, elaboraban atole, o la batían en agua para preparar masa y cocer panes sobre comales de barro, citó.
“Cuando carecían de alimentos almacenados recurrían a los agaves de los arroyos, que horneaban en hoyos revestidos con piedras”, expuso el también maestro en ciencias por El Colegio de Sonora.
Una planta de un gran tallo subterráneo (Ammobroma sonorae, en inglés llamada sandfood, “comida de la arena”) era tostada sobre brasas y del tule se comían sus raíces, el tallo y un insecto que solía encontrarse en él, en tanto que el polen de la planta era utilizado para endulzar, relató.
Asimismo, los cucapás comían capullos de biznaga que en una primera etapa se hervían para después prepararse al vapor, en aceite o en estofado, expuso, y de la semilla de la planta (Rumex violascens) también hacían harina para hacer tortas y avena.
Otro alimento muy importante en la dieta tradicional fue el trigo silvestre, conocido por los indígenas como nypá y el cual tiene el nombre científico de (Distichlis palmeri), ya extinto en el medio natural, pero preservado por botánicos en laboratorio, agregó.
Castro Silva dijo que los autóctonos obtenían dicho cereal en la boca o desemboque del río Colorado, a donde acudían en grandes lanchas de tule en viajes de varios días, durante los cuales también aprovechaban la pesquería.
Expresó que la dieta tradicional cucapá fue modificada a partir del último cuarto del siglo XIX, al entrar en contacto con los navegantes mestizos y extranjeros del río Colorado.
Además, de preferencia en los días Santos, los indígenas yaquis del sur de Sonora preparan el guacavaqui, según consigna un video presentado en la página web de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI).
Una niña indígena relata: “Cuando ya empieza la Semana Santa todos estamos muy ocupados. Mi mamá y las demás señoras son las encargadas de cocinar el famoso guacavaqui, que es un guiso muy típico de estas fechas”.
Este platillo es un caldo, cocinado a base de carne de cerdo, ajo, calabaza, zanahoria y hierbas de olor, las cuales se unen en una olla, que se cocinará en una fogata para dar nombre y sabor al guacavaqui, el cual se puede acompañar de tortillas de harina.
Agregó que a veces lo cuecen al aire libre, para lo cual los fariseos -penitentes étnicos- ayudan a las mujeres a elaborar una base de ladrillos, donde se pueda poner una gran olla y fuego por debajo.
Cuando la preparación se hace bajo la sombra de una ramada, el fuego se enciende en el interior de una estufa elaborada de piedras y lodo, dijo.
En dicho documento de la CDI, se consigna que este platillo también es parte de los alimentos tradicionales de los indígenas mayos, tanto los que residen en el sur de Sonora, como en el norte del vecino estado de Sinaloa.
Aparte, entre los seris de la costa de Hermosillo, las carnes de conejo y venado tienen mucha relevancia, pero uno de los principales ritos culinarios es la colecta de pitahayas alrededor del mes de julio, en la temporada más calurosa de cada año.
Una de las mujeres de más edad de la tribu, María Luisa Astorga, manifestó que para recoger dicha fruta de los cactos, ellas se organizan en grupos, los cuales recorren el desierto en las inmediaciones del poblado Desemboque, donde residen.
Comentó que aparte de comerse fresco este fruto dulce y carnoso, cuya pulpa puede ser roja, amarilla, naranja, blanca o rosa, se puede guardar para fermentarlo y obtener un licor tradicional.
Así, las diferentes comunidades tienen sus usos y costumbres en alimentos, las cuales surgieron desde la era prehispánica y se enriquecieron con la llegada de los productos de Europa y el resto del mundo.
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