Por: Jorge Huerta “El Lobo Dj”.
Dechado de virtudes, historias de labores femeninas, siglos XVIII-XX en el museo Amparo, Puebla del 12 de marzo al 9 de mayo de 2016.
111 obras desde la época del virreinato y hasta la primera mitad del siglo XX provenientes del Museo Textil de Oaxaca, del Museo de Historia Mexicana, del Museo Franz Mayer, y del Museo de San Ignacio de Loyola (Vizcaínas) además de las coleccionistas Alicia Bazarte, profesora de tiempo completo del Politécnico Nacional especialista en estudios de género y Carmen Boone, investigadora de historia.
Mayela Flores Enríquez, Curadora de la exposición, explica:
También están incluidas obras de Jalapa, México, Aguascalientes, Puebla y Tlaxcala, la mayoría fueron hechas en colegios en el siglo XIX, el colegio de la enseñanza nueva, por niñas algunas antes de los 6 años de edad, como María del Jesús Martínez, con temas fantásticos, mitológicos y religiosos.
En el siglo 18, el termino dechado fue incluido por el Diccionario de Autoridades muy antiguo,
El colegio de vizcaínas, desde el siglo XVIII, de niñas que funcionaba como un convento, en el centro histórico de México, los Dechados estaban dentro de sus tareas y materias.
Los dechados son lienzos bordados por mujeres empezando por unas tareas y terminando como una especialidad, dedicando gran parte de su tiempo.
Temas que prevalecieron desde el siglo XVII hasta el XX como casitas que llevan encima un changuito y este lleva un espejo o flores en su mano que recuerda el dicho que existe desde el siglo XVII “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”, también, corazones, coronas, flores y con materiales en chaquira, hechos también para ropa de cama, camisas, ropa interior en su mayoría con hilos de seda de Inglaterra e Italia además de hilos de algodón, en las culturas indígenas interviene lana y algodón teñidos con azul añil y grana cochinilla, en todos estos, las mujeres plasmaron el resultado del tiempo que dedicaron a aprender y a dominar el trabajo con el hilo y la aguja, a partir de tareas de bordado y deshilado. En los dechados más recientes se encuentran temas como los Imaginarios de Inglaterra o Alemania con materiales de procesos industriales como anilinas.
Información adicional del Museo Amparo:
Durante el virreinato, a lo largo del siglo XIX y ya entrado el siglo XX, las “labores de hilo y aguja” fueron aprendidas y practicadas por las mujeres en diversos contextos. Ya sea en colegios, conventos, beaterios o en el hogar, el aprendizaje y ejercicio de este tipo de tareas tuvo como protagonista a los dechados, convirtiéndolos en reflejos de las tendencias en la educación femenina. Las piezas resultantes fueron usadas a manera de muestrarios de costura, sirvieron a sus dueñas como un ejercicio propiciatorio de las “virtudes femeninas” y como ejemplo de trabajo y perfección.
La exposición destaca como protagonistas justamente a los dechados, aquellas obras que formaron parte de un fenómeno específico de la tradición material femenina. Estas piezas son presentadas como los detonadores de una reflexión sobre sus materiales, técnicas, formas y discursos, la cual es posible gracias al reciente interés por parte de investigadores, coleccionistas y museos en darles un foro y en llamar la atención del público sobre sus autoras y antiguas dueñas, quienes inmortalizaron su vida, ideas e historias a través de delicadas puntadas.
Los dechados exhibidos provienen de las colecciones del Museo Textil de Oaxaca, del Museo Franz Mayer, del Museo de San Ignacio de Loyola (Vizcaínas) y del Museo de Historia Mexicana, así como del acervo particular de las coleccionistas Carmen Boone y Alicia Bazarte.
A grandes rasgos, los dechados son lienzos, generalmente de formato rectangular, en los que niñas y mujeres plasmaron el resultado del tiempo que dedicaron a aprender y a dominar el trabajo con el hilo y la aguja. Generalmente, comprenden ejercicios y muestras de bordado y deshilado en diversas técnicas, aspectos que en su momento sirvieron para constatar la habilidad de sus autoras y que ahora nos revelan las tendencias que en este sentido imperaron en distintas épocas.
Los dechados fueron una práctica común alrededor del mundo, incluso se conservan piezas que datan del siglo XIV y que señalan a Europa Occidental como la cuna de esta tradición. En el caso de México, los ejemplares más antiguos que se conocen fueron realizados durante el segundo tercio del siglo XVIII, de esta época sobreviven pocas obras, siendo más comunes las correspondientes a la centuria siguiente. Definitivamente, durante el siglo XIX, la práctica de los dechados se consolidó y difundió a lo largo de todo el país, dando paso a su intercambio a manera de obsequio, resultando en la temprana dispersión de ejemplares más allá de su contexto inmediato e inclusive, más allá de las fronteras nacionales.
Los dechados y los minuciosos trabajos que presentan apelan a la imaginación, obligando al espectador a pensar en la vida e ideales de sus autoras. Al haber sido creados en comunión con una concepción de la educación de la mujer que privilegiaba el cultivo de las virtudes religiosas y el empeño de cierta parte del día en este tipo de ejercicios, mejor conocidos entonces como “labores mujeriles”, los dechados resumen dichas aspiraciones y valores. Esto cobra mayor sentido al considerar que el término “dechado”, en su acepción metafórica, supone una muestra o modelo que se tiene para imitar, concepto aplicable a las personas, a las prácticas y a las obras, y que, debido a esta característica, también llegó a servir como uno de los tantos juegos de palabras que sirvieron para referir a personajes como Cristo o a la Virgen María, conocidos también como “dechados de virtud”.
Los dechados, como piezas que formaron parte de un fenómeno específico de la cultura material femenina, revelan los pormenores sobre la intimidad y la cotidianeidad de las mujeres, y se muestran como testigos de la vida y valores de sus creadoras, además de ayudarnos a construir una historia de los textiles, así como de los diseños y prácticas que moldearon su identidad.
El Museo Amparo está ubicado en 2 Sur 708, Centro Histórico 72000 Puebla, Pue., México
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