Por: Jorge Huerta “El Lobo Dj”.
Fotos & libros. España 1905-1977 del 16 de abril al 15 de agosto 2016 en el Museo Amparo Puebla, organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y Acción Cultural Española (AC/E).
La exposición refiere a la historia de la fotografía española, de principios del siglo XX hasta mediados de los años setenta. El curador Horacio Fernández explicó al respecto:
Por medio de una selección de treinta conjuntos fotográficos, se presenta la obra de fotógrafos como José Ortiz Echagüe, Alfonso, Francesc Català-Roca, Robert Capa, Ramón Masats, Xavier Miserachs, Joan Colom, Francisco Ontañón o Colita. En los fotolibros en donde se aprecia la transformación de la sociedad española durante el siglo XX en aspectos como la imagen de la mujer o del medio rural, la Guerra Civil o la transición democrática tras la muerte del general Franco.
Información del Museo Amparo:
El fotolibro ha sido el medio más utilizado por los principales fotógrafos para producir sus mejores obras, un modelo eficaz para presentar, comunicar y leer fotos cada vez más reconocido como el mejor sistema para mostrar conjuntos fotográficos. Desde su origen, la edición de fotolibros en España ha sido intensa, pero apenas analizada. Esta muestra es el resultado de una investigación desarrollada por el Museo Reina Sofía para estudiarlos y formar una colección.
El Museo Amparo está ubicado en 2 Sur 708, Centro Histórico 72000 Puebla, Pue., México
Las seis secciones temáticas y cronológicas son:
1. Principios del siglo XX: primeros fotolibros de relevancia (Galería 1)
En España los primeros fotolibros son de principios del siglo XX. La exposición comienza con tres fotolibros editados antes de 1936, entre los que destaca ¡Quién supiera escribir!… (1905), la adaptación fotográfica de un poema de Ramón de Campoamor publicada como una serie de postales y en forma de libro. En la secuencia de imágenes, realizada por Antonio Cánovas, hay actores y una escenografía, “un conjunto de cuadros vivos subtitulados como en el cine, que en 1905 es todavía tan nuevo como el fotolibro”, comenta el comisario. Esta relación entre literatura y fotografía va a ser una constante en la historia de los fotolibros españoles y uno de los temas que se repiten a lo largo de la muestra.
Los fotolibros tienen la dualidad característica de la fotografía, en la que la forma y el contenido poseen igual relevancia. En concreto, la temática de esta obra marca otro de los discursos recurrentes en la exposición: “El poema, muy famoso a principios del siglo XX.
Trata de la dependencia de la mujer, dominada hasta en la expresión de sus sentimientos por una cultura patriarcal”, analiza Horacio Fernández. A lo largo de la exposición, la representación de la mujer evoluciona desde la sumisión a la cultura patriarcal, como en este trabajo de Cánovas, hasta el feminismo en los años setenta.
En esta misma sala arranca otra lectura de la exposición, la imagen del medio rural y sus habitantes, vista a comienzos del siglo XX desde dos ángulos completamente distintos: la mirada al pasado de José Ortiz Echagüe y las publicaciones progresistas desarrolladas por Misiones Pedagógicas.
José Ortiz Echagüe documenta la vida popular durante los años veinte buscando la tradición en Spanische Köpfe (Tipos y trajes de España), uno de los libros fotográficos españoles de mayor difusión. Las ambiciones de esta obra se encuentran entre la antropología y el arte fotográfico. “Paseando por los pueblos, selecciono los modelos y me enfrento a la difícil tarea de vestirlos con el traje típico”, escribió el artista. Su propósito es documental, pero no le importa la puesta en escena. “Su objetivo es el registro de modos de vida en extinción por medio de tipos raciales y trajes típicos –comenta el comisario-. Una representación material de hechos culturales e históricos que, al final, resultan en fotografías cercanas a la pintura y también políticas, ya que visualizan ideas: pueblo, raza, identidad colectiva”.
Por su parte, Misiones Pedagógicas es un proyecto colectivo de la Segunda República cuyo objetivo es acercar lo urbano al mundo rural a través de la cultura. Los misioneros son universitarios que llevan a los pueblos el teatro, la música, el arte y el cine. Una parte de ellos, como José Val del Omar o Guillermo Fernández, fotografían los actos y a su público, los aldeanos. Este trabajo de documentación, reunido en el fotolibro Patronato de Misiones Pedagógicas, tiene el objetivo de difundir valores democráticos y confianza en el progreso. Por eso, las fotografías, reunidas en diversos libros, carecen de cualquier tipismo. En lugar de buscar imágenes del pasado, se trata de sugerir el futuro, representado por los rostros atentos y las miradas curiosas de la gente.
2. La Guerra Civil: dos bandos, dos visiones (Galería 1)
Con la llegada de la Guerra Civil, la producción de fotolibros de propaganda es amplia y variada. La selección de publicaciones escogida para la exposición reúne libros editados por ambos bandos donde se refleja otra guerra civil, pero de imágenes, sin escenas de batalla.
Una de las principales piezas de la exposición es Madrid (1937), editado por el Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya, donde se plantea el asedio de la capital, visto desde la retaguardia más que desde el frente. Es un relato visual que trata de las consecuencias del asedio: destrucción, gente sin hogar y éxodo de refugiados. Los efectos de los bombardeos sobre la población civil se documentan con montajes anónimos y fotos de Luis Lladó, Robert Capa, Hans Namuth, Chim (David Seymour) y Margaret Michaelis. Destacan los rostros de las víctimas infantiles, unas fotos forenses terribles, utilizadas profusamente en la propaganda republicana, sobre las que han escrito Arturo Barea, Virginia Woolf y Susan Sontag.
Durante la guerra, un tipo de propaganda cultural característico del bando republicano es la publicación de numerosos libros donde la relación entre palabra e imagen es fundamental. Es el caso de Madrid baluarte de nuestra guerra de independencia (1937), de Antonio Machado; Viento del pueblo (1937), escrito por Miguel Hernández; y Valor y miedo (1938), de Arturo Barea. En los tres hay fotografías, que son de fotógrafos como Walter Reuter y diseñadores como Mauricio Amster.
La visión del otro bando, cuya propaganda está basada en el culto a la personalidad, se plasma en una serie de retratos “del Caudillo acompañado de algunos de sus principales colaboradores”, tal y como reza en la portada de Forjadores de imperio (1939), una colección de retratos de Jalón Ángel realizados al final de la guerra con los que el artista pretende introducirnos “en la intimidad del Generalísimo y los suyos”, representando a los militares rebeldes como intelectuales y técnicos, en los despachos y no en las trincheras. Sus fotografías dan forma a la imagen oficial de la nueva
España, cuyos valores conservadores también se representan en obras como Mujeres de la Falange (1939), de José Compte. En ellas, aclara Horacio Fernández, “el modelo de la mujer madre, subordinada al varón y ajena a la sociedad y al trabajo, es obligatorio, sin más excepción que la impuesta por la propia guerra, en la que hay que cumplir con gracia femenina la ruda tarea para cuando ellos regresen…”.
3. La posguerra (Galería 2)
Durante la posguerra, se mantienen los fines propagandistas y también se editan algunas obras literarias ilustradas. A pesar de la censura, sugieren la dureza de estos años. Por ejemplo, las fotografías de Kindel, seudónimo de Joaquín del Palacio, en Momentos (1944) muestran ruinas, pueblos vacíos, árboles desnudos… Mientras que en Les fenêtres (Las ventanas) (1957), un libro de poesía ilustrado por el fotógrafo Leopoldo Pomés, las ventanas cerradas evocan un lugar sin aire, encerrado.
Otra tendencia son los libros urbanos. Rincones del viejo Madrid (1951) es un fotolibro expresionista impreso con el mejor huecograbado que reúne una colección de fotografías de Alfonso donde se muestra la capital como una víctima más, una escenografía helada y siniestra, tan muerta como sus desaparecidos habitantes.
Contrasta esta visión con la de las fotografías de Francesc Català-Roca en Barcelona
(1954), donde se muestra una ciudad abierta al futuro, con imágenes tan vivas como la gente que aparece en las fotos.
4. Años sesenta: la década de oro de la fotografía española (Galería 2)
Durante los años sesenta se publican importantes ensayos fotográficos, como Los Sanfermines de Ramón Masats y Barcelona blanc i negre (1964), de Xavier Miserachs, dos maestros de la fotografía documental. “El primero ha sido considerado la obra fotográfica más personal que se ha hecho en España. Una narración por imágenes que demuestra las posibilidades expresivas del fotolibro”, comenta el curador de la exposición. El segundo es un paseo por las calles de Barcelona buscando a sus habitantes, más interesado en la vida que en la historia. Un “libro para mirar” que intenta una síntesis complicada entre las fotografías humanistas y la nueva fotografía urbana que sigue el patrón creado por William Klein, “una originalísima forma de sugerir las ciudades sin caer en tópicos ni tipismo”.
También es de Miserachs Costa Brava Show (1966), un fotolibro que partiendo del turismo aborda temas como las diversiones juveniles, la liberación sexual o las consecuencias del progreso económico. La intención es asimismo crítica en Vivir en Madrid (1967), fotolibro de carácter documental en el contenido y experimental en la forma, tanto del texto como de la imagen. La fotografía distante y austera de Francisco Ontañón es amable con la gente corriente y crítica con los privilegiados, pero siempre en clave de humor.
Por último, entre los fotolibros literarios publicados hay que destacar el trabajo conjunto del fotógrafo Enrique Palazuelo y Camilo José Cela en Nuevas escenas matritenses (1965-1966). En él, Palazuelo da vida a los relatos urbanos de Cela a través de más de sus fotos callejeras, que presentan un Madrid “increíble, donde el tiempo se detuvo distraído y olvidado”. Son imágenes amables, costumbristas, sin intenciones críticas ni estéticas, que sirven para “oír con nuevos oídos, ver con distintos ojos lo que creíamos visto y oído para siempre”. Este trabajo se publicó por entregas, en un semanario popular, en una revista literaria y en forma de fotolibro, tanto en edición normal como de bibliófilo. Cela inventa historias a partir de fotos, un procedimiento que ha sido denominado “fotorrelato celiano”.
Por su parte, el fotolibro Cabeza de muñeca (1968), modelo de “libro del futuro”, una “película-novela-ensayo artístico”. de Luis Acosta Moro, es “un poema de cortas palabras y grandes imágenes”, según su autor, el responsable de las fotografías, diseño y texto. Esta obra simbólica alude, entre otros temas, a la Guerra Civil y sobre todo a la imagen de la mujer.
5. Palabra e imagen (Galería 3). La principal pieza de esta sala es la colección Palabra e imagen de la Editorial Lumen: 19 títulos publicados entre 1961 y 1975.
Palabra e Imagen es la principal aportación española a la historia del fotolibro. Durante quince años es un laboratorio en el que se ensayan las distintas formas de un modelo editorial realizado por escritores, diseñadores, fotógrafos y editores para reunir al mismo nivel las lecturas visuales y las textuales, la palabra e imagen. De hecho, en esta colección, creación de la editora Esther Tusquets y el diseñador Oscar Tusquets, destacan no sólo los fotógrafos que colaboraron en este proyecto colectivo, sino también los nombres de editores, diseñadores y escritores.
De esta forma, Palabra e imagen reúne fotografías de autores como Jaime Buesa, Francesc Català-Roca, Colita, Julio Cortázar, Joan Colom, Dick Frisell, Antonio Gálvez, Paolo Gasparini, Sergio Larrain, César Malet, Ramón Masats, Oriol Maspons, Xavier Miserachs, Francisco Ontañón y Julio Ubiña. Los textos corren a cargo de escritores de renombre como Rafael Alberti, Ignacio Aldecoa, Carlos Barral, Juan Benet, José María Caballero Bonald, Alejo Carpentier, Cavafis, Camilo José Cela, Julio Cortázar, Miguel Delibes, Federico García Lorca, Alfonso Grosso, Ana María Matute, Pablo Neruda, Octavio Paz, Julián Ríos y Mario Vargas Llosa. En cuanto a los diseñadores gráficos que participaron, además del creador de la colección, Oscar Tusquets, destacan Mariona Aguirre, José Bonet, Lluis Clotet, Toni Miserachs y Enric Satué.
La publicidad de la Editorial Lumen la describe como «una colección distinta a todo lo que se ha realizado hasta ahora en el campo editorial». Sus libros «no son libros de arte, no son libros de fotografía, no son obras literarias», sino «un concepto nuevo». Todos tienen un tema «y, sobre él, el escritor, el fotógrafo y los que proyectan y realizan el libro, trabajan en equipo». Se trata de ofrecer «una idea» con distintos medios: «no sólo la palabra, también la fotografía, la composición, el tipo de letra o el color del papel pueden servir para expresarla».
6. Años setenta: últimos fotolibros de autor (Galería 3)
Los fotolibros editados durante los años setenta son el epílogo de la muestra. A partir de la década de los ochenta se generaliza la edición de libros fotográficos con el efecto paradójico de la extinción de los fotolibros de autor.
En esta sala, Horacio Fernández ha reunido publicaciones políticas que cuentan en imágenes la época de la transición democrática, un momento muy politizado en España. Dos fotolibros, Pintadas del referéndum (1977) y Pintades Pintadas Barcelona (1977), recopilan la propaganda del momento, que en esta ocasión tiene forma de grafittis callejeros. El propósito es guardar las pintadas “como testimonio y documento necesario de los avatares de todo un pueblo a la búsqueda de su futuro”, tal y como marcan sus autores, dos colectivos fotográficos de corta vida.
Destacan también los dos libros a partir de imágenes televisivas. “Televisión Española es un medio de formación de masas, pero como la historia en directo no dura nada, los responsables de propaganda necesitan una historia oficial”, analiza Horacio Fernández. Para conseguir este relato Fernando Nuño fotografía videos. Los últimos días de Franco vistos en TVE (1975) es un fotolibro televisivo, con fotos de segunda mano. “Al ser reproducidas de video [las fotos] dan esta calidad de documento vivo”, se explica en el libro, un relato visual que se completa con Los primeros días del rey (1975).
La temática de los trajes y la cultura popular se desarrolla en estos años en obras como Punk (1977), que reúne imágenes realizadas por Salvador Costa en Londres ese año. Este es un fotolibro pionero en cuyas fotografías importa mucho menos la escena que el público.
La vieja imagen de la mujer sumisa de la primera mitad del siglo se subvierte en Antifémina (1977), una obra de la escritora Maria Aurèlia Capmany y la fotógrafa Colita, “un fotolibro que intenta representar a la mujer que no quiere ver nadie, pero es auténtica y real, la que no tiene veinte años, la que no es guapa”. Antifémina es un ensayo visual y político, “un manifiesto a favor de las mujeres, pero contra la “feminidad”, siempre vinculada al papel pasivo de la mujer”, finaliza el comisario.
Horacio Fernández Historiador de la fotografía, curador de exposiciones y autor de numerosos libros, entre ellos Mexicana. Fotografía moderna en México 1923-1940 (1997), Fotografía Pública (1999) y El fotolibro latinoamericano (2011). Es doctor en Historia del arte y profesor universitario.
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