Agencias. Un estudio realizado en 43 regiones de América Latina demostró que la regeneración natural de las selvas o bosques tropicales secundarios tiene un papel relevante en la captura de carbono, como una medida de mitigación de bajo costo y gran impacto para abatir el cambio climático, el problema ambiental más grande del mundo.
En el estudio regional, donde participaron 60 científicos, entre ellos tres de la UNAM, El Colegio de la Frontera Sur y el Centro de Investigaciones Científicas de Yucatán, se resalta la importante cantidad de carbono que capturan las selvas secundarias, es decir, aquellas que después de ser taladas vuelven a regenerarse de manera natural.
Las selvas de América Latina son deforestadas para ser transformadas principalmente en campos ganaderos. Al talar los árboles se libera gran cantidad de carbono a la atmósfera, lo que contribuye al cambio climático.
Además, se pierden estas plantas perennes, encargadas de absorber y almacenar ese elemento químico en sus tejidos, limpiando así el aire de forma natural y contrarrestando las emisiones generadas por actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles.
Robin Chazdon, investigadora de la Universidad de Connecticut, Estados Unidos, indicó que el estudio calculó “la cantidad y extensión espacial de los bosques secundarios en las zonas tropicales de América Latina y modelar la capacidad que tienen de acumular carbono durante los próximos 40 años”.
En el caso de México, Patricia Balvanera, del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES) campus Morelia de la UNAM, mencionó que nuestro país “tiene en total 145 mil kilómetros cuadrados de selvas secundarias, 55 mil kilómetros de bosques conservados, 58 mil kilómetros de pastos y 94 mil kilómetros cuadrados de cultivo”.
Las selvas secundarias abarcan a todas las selvas en México, desde la península de Yucatán, pasando por Veracruz, y gran parte del Pacífico, precisó, al afirmar que los resultados del estudio “pueden funcionar para guiar las políticas de mitigación a nivel nacional”.
Miguel Martínez Ramos, también investigador del IIES en la capital michoacana, apuntó que “se encontró que la región podría capturar 8.48 Pg C (petagramos de carbono, que equivale a mil billones de unidades), lo que corresponde a una recaptura total de 31.09 Pg C. Esto equivale al total de las emisiones de carbono de procesos industriales y uso de combustibles fósiles que emitió toda América Latina y el Caribe de 1993 al 2014”.
Los resultados sugieren que si se permiten los procesos naturales de regeneración en las selvas secundarias de la región, se origina un proceso de mitigación del cambio climático, que no requiere de una inversión en reforestación o mantenimiento de los bosques.
Lo anterior puede traer otros beneficios ambientales como la regulación hidrológica, la conservación de la biodiversidad y el abastecimiento de productos forestales no maderables para las poblaciones locales. Así, los bosques tropicales secundarios pueden jugar un papel que no había sido considerado antes en la mitigación del cambio climático global, sin poner en riesgo la suficiencia alimentaria ni la subsistencia de agricultores y ganaderos.
El estudio multinacional encontró que la regeneración de selvas secundarias sirve para almacenar activamente carbono. Brasil, Colombia, México y Venezuela son los cuatro países que más aportan a la captura de carbono en la región, con un 95 por ciento.
Además de identificar las selvas tropicales secundarias de uno a 20 años de edad y de 20 a 60, en América Latina, el estudio realizó una proyección a cuatro décadas (2008 a 2048) del almacenamiento que realizan estos ecosistemas por país, asumiendo que los árboles sobrevivirán y se regenerarán.
Los principales resultados revelaron que las selvas secundarias jóvenes (de uno a 20 años) almacenaron en 2008 el 18.3 por ciento de carbono, y los bosques maduros (de 20 a 60) capturaron el 65.1 por ciento.
El estudio provee un mapa con la edad respectiva de cada selva, el potencial de almacenamiento para bosques de uno a 60 años, así como un modelo de 40 años (2008-2048), con una resolución de 500 metros.
El modelo muestra, asumiendo que se conserven los bosques secundarios en la región, que en cuatro décadas serían capaces de capturar el carbono equivalente a las emisiones de carbono de procesos industriales y uso de combustibles fósiles que emitió toda América Latina y el Caribe entre 1993 y el 2014.
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