Muy Interesante.- Un estudio realizado en Suecia ha detectado que las progenitoras se acercan a los asentamientos humanos para evitar el infanticidio de sus oseznos.
“El enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Es lo que parecen pensar del ser humano las mamás osas cuando se trata de defender la supervivencia de sus crías frente a los machos de su especie, proclives al infanticidio no parental de los oseznos –es decir, que acaban con las vidas de las crías de otros– para que las hembras estén de nuevo disponibles para el apareamiento.
La selección del hábitat es crucial para la supervivencia y la reproducción de un individuo, y es algo de lo que son muy conscientes las osas suecas, que tienden a instalarse cerca de entornos habitados por el ser humano con el objetivo de proteger a sus crías, según un estudio publicado recientemente en la revista británica Proceedings of the Royal Society B.
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Solo lo hacen durante el periodo de celo, ya que es entonces cuando el llamado infanticidio sexual selectivo se dispara: los machos adultos acaban con la vida de los oseznos de otros para que sus madres vuelvan a estar disponibles para el apareamiento, de manera que en lugar de tener que esperar de 18 a 30 meses –ese es el periodo de cuidado maternal–, a partir del fallecimiento de las crías, las progenitoras podrán estar de nuevo en celo en apenas unos días.
El estudio, que abarcó 13.000 kilómetros cuadrados de bosque sueco, se llevó a cabo con osos pardos (Ursus arctos). El grupo internacional de investigadores capturó a las hembras entre 2005 y 2012 para ponerles unos collares con GPS y tenerlas localizadas. La selección del hábitat que llevaron a cabo las osas ayudó a predecir la supervivencia de los cachorros: aquellas que tuvieron éxito en la protección de sus crías establecieron su residencia a una media de 783 metros de distancia de los humanos (fueron 16 hembras), por los 1.213 metros de media de aquellas que no lo consiguieron (un total de 10).
Podríamos pensar que en realidad las osas se mudan cerca de los humanos solo para tener más fácil acceso a las sobras de alimentos de estos, y no tanto con el objetivo de proteger a sus crías de los machos adultos, pero no es así, dado que la calidad de la dieta de las madres es peor cuando se alejan de su entorno habitual.
Asimismo, una vez finalizada la época de apareamiento, cuando el riesgo de infanticidio es prácticamente inexistente, las hembras con crías tienden a volver a compartir el hábitat con sus congéneres y a evitar la proximidad con el ser humano, ya que en estas zonas está permitida la caza del oso (eso sí, solo durante ciertos periodos, atendiendo a una cuota determinada y siempre excluyendo a los grupos de familias).
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