Redacción. La cansina voz de Federico Álvarez se ahogó aún más por la emoción del momento: “Cuando yo me vaya, con más de 90 años, recordad que he dicho esto: ser buenos, nobles y querer a facultad”.
El filósofo, crítico literario, traductor, editor y catedrático universitario de origen español (San Sebastián, España, 1927) refrendó de tal manera su amor por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Facultad de Filosofía y Letras, en donde ha sido profesor desde 1982, y la actividad docente.
Enseguida, un Goya –la porra universitaria—, emprendido a iniciativa suya, culminó el conmovedor homenaje que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) le rindió la noche de este martes con motivo de las siete décadas de su llegada al país, como parte del exilio propiciado por la Guerra civil en España.
El acto, efectuado en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, convocó a familiares, amigos, colegas y discípulos de este insigne intelectual, y consistió en una mesa redonda en la que los escritores Elena Poniatowska y Hernán Lara Zavala, así como el politólogo Ambrosio Velasco, ponderaron las aportaciones del maestro, además de contar algunas anécdotas e infidencias en torno de su persona.
Federico Álvarez reconoció que durante su vida ha tenido muchísimas satisfacciones, pero también desazones, y que, en vez de haber viajado tanto de un lugar a otro, hubiera preferido, como lo hizo en su época Emmanuel Kant,quedarse en su tierra, que es México y en su casa, que es la UNAM.
Elena Poniatowska preparó un cálido y bello texto en el cual recordó la llegada de Álvarez a México al lado de su familia, en 1947, después de haber pasado algunos años en Cuba.
Entre otros aspectos, se refirió a la faceta de este pensador como docente y afirmó que hoy, a sus casi 90 años, es uno de los académicos más destacados y lúcidos del país y uno de los orgullos de la UNAM.
“Convincente, apasionado, con él dan ganas de volverse comunista y leer El Capital, que es tan horrible. Aunque ser comunista equivalga para mí el tirarme al abismo, sobre todo ahora que la izquierda en México es tan pusilánime”, subrayó la autora.
Para Hernán Lara Zavala, Federico Álvarez representa al gran profesor de la facultad de Filosofía, sin ningún tipo de presunción, hipocresía ni sobrevaloración, y, como tal, lo consideró una de las grandes aportaciones del exilio español a México.
Por su parte, Ambrosio Velasco lo describió como “un republicano de hueso colorado, un republicano comunista de una congruencia absoluta”, y sostuvo que su marxismo, al igual que el del fallecido filósofo Adolfo Sánchez Vázquez, se funda en una ética republicana basada en la fraternidad.
(Con información de La Jornada)
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