Redacción. Los niveles de contaminación en las aguas donde se realizarán varias competencias de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro han alertado a varios atletas, ya que con tragar una pequeña porción de ese líquido tienen el 99 por ciento de probabilidad de contraer diarrea o infecciones estomacales.
De acuerdo a algunos científicos, dichos niveles están 1.7 millones de veces por arriba de lo que se considera alarmante en Estados Unidos o en toda Europa. Esto se debe a que por décadas aguas negras, deshechos de empresas, basura, entre otras cosas se han vaciado en los ríos de la ciudad.
Mientras los viajan como si fuera a enfrentar una guerra bacteriológica en lugar de atletas internacionales, los representantes mexicanos llevarán apenas lo necesario como para ir a pasar un buen rato a la tierra de la samba. No sé si los estadunidenses exageraron o los mexicanos no pensaron en que debían de cuidar más de la salud de su delegación.
¿A qué me refiero con eso? A que el país vecino viajó con un cocinero propio que fortalecerá el tracto intestinal de sus deportistas, un equipo de médicos para sanar cualquier imprevisto, sus atletas usarán trajes especiales que no permiten que el agua sucia de Río toque su piel; los que tengan alguna herida abierta utilizarán Tegaderm —que es como una curita a prueba de agua que no deja que la cortada tenga contacto con nada—, su ropa se enviará diario a lavanderías que las desinfectarán y a todos los estadunidenses —tanto los que participan en los Juegos como los que van de espectadores—, se les dio la instrucción de no tomar otra agua que no sea embotellada.
Por otra parte, el Comité Olímpico Mexicano dotó a sus 124 deportistas con dos epidemiólogos —por primera vez en la historia—, los cuales fueron asignados por la Secretaría de Salud. Además le entregó un kit a cada atleta que contiene un gel antibacterial, repelente contra mosquitos, condones y un tríptico que les informa todo lo que deben de saber del Zika.
A la selección de futbol mexicana que viajó al país sudamericano se le inyectó contra la fiebre amarilla debido a que jugarán en zonas del norte de Brasil. Por lo que los miembros del comité decidieron no dejar nada a la deriva y proteger a sus deportistas.
Los jefes de misión de Estados Unidos están alarmados por los altos niveles de contaminación y han tomado todas las medidas que creen necesarias, mientras que los mexicanos precisaron que no es para tanto, que a las aguas no están tan contaminadas y hasta el momento no han dado ninguna instrucción a los deportistas que compitan en ellas.
El virus del Zika, las aguas contaminadas, la pésima condición de las Villas Olímpicas, los robos a atletas y que la propia gente de Río no esté feliz con lo que hace su gobierno son cuestiones que han mermado la gran justa deportiva, aunque esto apenas empieza: hoy es la inauguración de los que se cree podrían ser los peores Juegos Olímpicos en la historia.
(Con información de www.vice.com)
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