Científicos del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra han determinado que el estrés crónico suave puede estar implicado en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer (EA). Los resultados se han publicado en la Journal of Alzheimer’s Disease.
Mar Cuadrado, investigadora del Área de Neurociencias del CIMA explica a través de un comunicado que el estudio trata de determinar si un proceso de estrés crónico leve, similar al estrés clásico cotidiano, podría influir en la aparición de esta enfermedad neurodegenerativa.
Según señala Cuadrado, “utilizamos ratones jóvenes con alzhéimer inducido, que todavía no presentaban los rasgos característicos de la enfermedad. Tras someterles a un protocolo de estrés crónico de 6 semanas de duración, observamos que estos animales sufrían una pérdida de memoria severa y un aumento significativo de los dos principales marcadores de la EA: el péptido beta-amiloide y la proteína Tau fosforialda, dos proteínas que se acumulan en el cerebro de los pacientes de EA”, apunta.
Por lo tanto, concluye esta investigadora, “un estrés suave, experimentado de manera crónica, contribuye a agravar y acelerar los principales rasgos de la enfermedad en estos animales, que presentaban una predisposición genética para desarrollar alzhéimer”.
Según explica el CIMA, “hay muchos estudios que avalan que el estrés produce deterioro cognitivo”. Además, los pacientes con depresión tienen episodios de pérdida de memoria y el estrés es uno de los factores que se asocian a la depresión. “En nuestro trabajo hemos confirmado que el estrés podía afectar directamente a los marcadores propios de la enfermedad de Alzheimer”, comenta Cuadrado.
En la actualidad, los investigadores del CIMA tratan de utilizar estos resultados para obtener modelos animales que desarrollen todas las características de los pacientes de EA. “De esta manera podremos ensayar con más fiabilidad nuevas moléculas diseñadas para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer”, apunta.
En las dos últimas décadas se ha producido un significativo progreso en el campo de la psiconeuroinmunologia, en el cual se reconoce como ciertos estilos de vida y excesos producen un impacto negativo en la salud física y mental del individuo causando un significativo número de enfermedades de carácter específico.
El impacto del ambiente social sobre la salud resulta del hecho que el cerebro y el cuerpo se encuentran en un sistema de comunicación múltiple a través del Cerebro, sistema nervioso, sistema endocrino y sistema inmune. Son estos cuatro sistemas los que proveen protección con el propósito de lograr un equilibrio homeostático ante una situación aguda de estrés; Sin embargo son estos mismos sistemas los que contribuyen a crear un impacto negativo sobre el organismo durante la experiencia de estrés crónico, estimulando a la vez estilos de vida poco saludables que únicamente contribuyen a empeorar tal situación.
Las diferencias conceptuales entre una situación aguda de estrés y el estrés crónico facilita la reinterpretación el Syndrome de Adaptación General de Selye. Esta nueva reinterpretación, en base a estudios de investigación recientes, nos permiten concluir que son los mediadores del estres-Catecolaminas, Glucocorticoides y Citoquinas pro-inflamatorias- los que generan un cambio de 180 grados debido a los efectos acumulativos ”estresantes” de la vida diaria, causando un desbalance en el organismo y alterando el equilibrio homeostático.
Los efectos acumulativos del estrés crónico resultan en la alteración de los mediadores primarios de la respuesta del estrés, por mencionar los principales: Cortisol, adrenalina, insulina, vasopresina, endorfinas y citoquinas, reflejando un aumento en la producción de algunas de ellas, o una insuficiencia en la liberación de otras. Esta alteración en los sistemas regulatorios productoras de glucocorticoides y hormonas produce un desgaste en las funciones del cerebro, sistema nervioso, sistema endocrino y sistema inmune predisponiendo al desarrollo de alteraciones físicas y mentales.
En este sentido, observamos que el estrés crónico produce alteraciones en neuronas del hipocampo resultando en problemas de la memoria. Así mismo, observamos una supresión de las defensas del sistema inmune y toda una constelación de síntomas psicofisiologicos como fatiga de las glándulas suprarrenales, causado por la reducción de cortisol.
El estrés crónico, además, tiene una influencia directa en alergias respiratorias, particularmente asma, así como también tiene implicancias en los problemas de insomnía, hipertensión, artritis reumatoide causados por la elevación crónica de citoquinas pro-inflamatorias, depresión y fatiga crónica causada por una reducción en los niveles de cortisol. Desde el punto de vista metabólico, el estrés crónico induce al consumo excesivo de calorías generando el incremento de cortisol, glucosa e insulina, lo cual promueve la obesidad, diabetes tipo 2, y problemas cardiovasculares.
Estrés Crónico y Estilo de Vida
El cerebro no solamente tiene un enorme control sobre los sistemas autónomo, endocrino e inmune en la regulación de neurotransmisores, glucocorticoides, hormonas y citoquinas, sino también sobre la conducta. Esta es responsable directa de nuestros estilos de vida. Por lo tanto, nuestra conducta puede ayudarnos escoger estilos de vida que favorecen la reducción del estrés y mantener un buen nivel de calidad de vida, o por el contrario, podemos asumir estilos de vida que contribuyen a experimentar un mayor nivel de estrés y desarrollar un patrón conductual caracterizado por reacciones y síntomas de estrés crónico.
Ejemplos de estilos de vida que exacerban el estrés crónico son el consumo de tabaco, excesivo consumo de alcohol, excesivo consumo de calorías y grasas saturadas, falta de entrenamiento físico, largas horas de trabajo, pocas horas de sueno, y una falta de actividades relacionadas con la relajación y descanso personal. El afrontamiento del estrés crónico implica la participación en actividades que promuevan la salud y la calidad de vida del individuo. La participación en actividades que incluyan un programa nutricional balanceado, sumado a programas de ejercicios físicos, y técnicas que facilitan la respuesta de relajación son vitales y de gran necesidad.
La practica de tomar conciencia y prestar atención ( Mindfulness ) a los patrones conductuales y procesos fisiológicos observables del estrés crónico, facilita la labor preventiva y el cambio en el estilo de vida. En este sentido, la práctica de Terapia Cognitiva Centrada en Mindfulness ha ganado un gran nivel de aceptación en el campo de la psiconeuroinmunologia con el fin de reducir el estrés crónico y modificar el estilo de vida de individuos que experimentan serios problemas de salud causados por el estrés.
Manejo del Estrés Crónico Basado en Mindfulness
El manejo del estrés crónico a través de la Terapia Cognitiva centrada en Mindfulness permite el aprendizaje de la Respuesta de Relajación, así como un conocimiento mas profundo de la propia sintomatología que caracteriza los estados de estrés crónico. La práctica de Mindfulness nos permite centrar nuestra atención y conciencia en nuestro cuerpo, a través de la respiración; En nuestra mente, a través del pensamiento; y en nuestro entorno, a través de nuestros sentidos.
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