EFE. Un documental pone al norte de Argentina en el punto de mira al denunciar diversos casos de trabajo infantil en los campos de yerba de mate, infusión que forma parte de la cultura del país suramericano y considerada su bebida nacional.
La cinta muestra cómo los niños sobreviven alimentándose únicamente un par de veces al día, muchas veces con reviro, un plato típico de la zona que se cocina al fuego con harina, aceite y sal, y que les sirve para aguantar las jornadas de diez y doce horas de trabajo.
‘Me gusta el mate sin trabajo infantil’, creado por la compañía audiovisual Posibl. y presentado recientemente en el Senado argentino, nació fruto de la campaña promovida por Patricia Ocampo y Jorge Kordi, para destapar las condiciones de pobreza que asolan a los tareferos o recolectores del mate.
Los creadores de la campaña son los componentes de la ONG Un Sueño Para Misiones, con la que comenzaron llevando libros a las familias sin recursos de la provincia hasta que descubrieron el entramado de trabajo infantil que existía en los yerbatales y que, afirman, tiene cientos de años.
“En 2013 hubo un accidente en el que se volcó uno de los camiones que venía de la cosecha en Misiones, que transportaba a 14 menores, de los que murieron tres niños”, narra en una entrevista a Efe Ocampo.
La abogada, natural de Misiones, acompaña a los productores del documental por los campos de mate en esa provincia, donde, como explicó, los chicos “de cinco años en adelante” acompañan a sus padres a las cosechas en las que viven mientras trabajan recolectando yerba mate “en un principio como un juego”.
“Muchos de ellos vienen de generaciones de tareferos -quienes cosechan la yerba- y viven en improvisados habitáculos construidos entre tacuaras -cañas autóctonas- y lonas, carecen de baños y letrinas, de forma que se bañan en los arroyos, pero muchas veces no pueden bañarse ni beber agua en lo que dura la cosecha”, expresa.
Mediante una propuesta de ley por un consumo responsable del mate, proponen crear un sello de garantía que asegure que al adquirir ciertas marcas de yerba se está comprando un mate producido por tareferos que cuentan con unas condiciones laborales dignas.
“La política cambia las cosas que el pueblo quiere que cambie, es la sociedad la que tiene que decir a los políticos que no aceptamos un país con chicos trabajando y explotación laboral”, opina.
El mate lleva cientos de años formando parte de la cultura de Argentina y también es una bebida muy consumida en Bolivia, Uruguay, Brasil y Paraguay.
En el centro de todos estos países de América Latina hay un pedazo de tierra que, según la ONG, ‘ceba’ de yerba mate al 60 % los países que la rodean, la provincia argentina de Misiones, ubicada al noreste del país, además proveer al 90 % de Argentina.
“Proponemos seguir consumiendo y aumentar la producción de la yerba mate, sin embargo, no debe representar a los argentinos hasta que no evitemos la pobreza extrema, el trabajo esclavo y el trabajo infantil”, argumenta Kordi, otro de los integrantes de Un Sueño para Misiones.
Kordi describe que la “responsabilidad social” de la gente es la que finalmente “conseguirá o no” que muchos de los niños que juegan a ser tareferos en el norte de Argentina tengan una oportunidad en la sociedad.
“Vamos a tener más equilibrio y más justicia social cuando estos chicos sean adultos y tengan la formación suficiente para poder elegir si continúan en los yerbales o si quieren avanzar en otros sentidos de la vida”, concluye.
Como parte de la campaña crearon también una petición de firmas en el portal web change.org denominada ‘Elegimos Productos libres de Trabajo Infantil’ que, tras la publicación del documental, cuenta con algo más de 62.000 firmas.
Martín Parlato, uno de los fundadores de Posibl., se trasladó hasta Misiones para poner voz a los casos de explotación, trabajo y desnutrición infantil que Ocampo y Kordi denunciaban.
Parlato recalca que lo que más le llamó la atención fue el “contraste” entre la “riqueza” de las cataratas del Iguazú y los campos de mate “a solo diez kilómetros de distancia” en la que reconoce que hay un “abuso de las autoridades” en los campos y que por eso es necesario ejercer una “presión sobre el Estado”.
El documental, que esperan presentar en el Festival de Cannes el año próximo, también llegó hace unos meses hasta el papa Francisco, quien recibió a Parlato y a la modelo Valeria Mazza -madrina de la compañía- en el Vaticano, donde recibieron su apoyo en la protesta.
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