Notimex. Sin pretender ser competencia con bebidas tradicionales como el tequila y el mezcal, la raicilla resulta ser una bebida alcohólica que guarda la tradición de 16 regiones del Estado de Jalisco para convertirse en uno de los orgullos de dicha entidad.
Y es que desde su proceso de elaboración hasta su mismo envasado y combinación son muestra del ingenio mexicano por rescatar una tradición que ha ido de la mano de las ya conocidas bebidas espirituosas nacionales.
No por nada las mismas comunidades que se encargan de elaborar este brebaje de respetables cualidades guarda con celo la fórmula para su elaboración, muy similar a la del tequila.
Como nos comparte Antonio Mejía, productor y promotor de la tradicional bebida jalisciense, este producto es extraído de una de las tantas variedades de agave con que cuenta el país, y que es conocido como lechuguilla.
En entrevista, el productor explica que esta planta se da perfectamente bien en el campo junto a la roblada y para su aprovechamiento se requiere de esperar un razonable tiempo de ocho años para obtener su madurez.
Es entonces que se le corta el quiote (flor) y las hojas y se le cocina en un horno de piedra, el cual se elabora rústicamente en la tierra, cavando un hoyo en el cual se introducen la leña, las piedras y el corazón de la lechuguilla.
Posteriormente y una vez cocida, se le retira del horno y se le machaca para luego depositarlo en un contenedor de madera donde se le deja por cinco o seis días más en espera de su fermentación.
Finalmente ya fermentado es sometido a un proceso de destilación similar al del tequila, con la diferencia de que el producto final resulta ser una bebida cristalina, incluso más transparente que el agua y con 65 por ciento de grados de alcohol.
Antonio Mejía nos comparte que una de las particularidades de esta bebida es que puede tomarse sola o incluso, para paladares menos tolerantes al grado de alcohol se les pueden ofrecer opciones de bebidas de raicilla con café, paciflora, mandarina, naranja y cuastecomate, entre otros frutos cítricos.
Ello permite incluso la elaboración de bebidas que resultan ser medicinales o remedios naturales para combatir el “mal genio”, dolor de cabeza y problemas respiratorios como congestión y tos crónica.
Tal es el caso de la bebida de cuastecomate, que es utilizada para la tos crónica y el asma, con resultados bastante satisfactorios según testimonio de quienes han probado la bebida.
No faltan los digestivos como la raicilla de café, cuyo licor es el resultado de la combinación de café, cacao y vainilla silvestre del lugar y que dan por resultado una bebida agradable y dulce al paladar.
Pero para beber hace falta saber, nos aclara Mejía en tono alegre, pues como el mismo nos revela, en lugares como Tlapa de Allende se le suele beber como si de agua se tratara, ya que por sus mismas cualidades “no genera cruda” ni efectos molestos como otras bebidas espirituosas.
“Es un producto que por tradición debe ser fuerte, y se bebe con estilo, tomando un trago y cerrando los labios para luego dejarlo pasar por la garganta, respirar por la nariz y exhalar por la boca, solo así se aprecia su verdadero sabor tonificante”, concluye alegre.
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