EFE. El inquietante juego con el que José Saramago aborda la identidad, “El hombre duplicado”, se ha convertido en la primera de sus novelas que llega al teatro y lo ha hecho con un montaje, estrenado mundialmente en Lanzarote, que acentúa su tono de thriller oscuro y desasosegante.
El libro ya era película, “Enemy”, dirigida por Denis Villeneuve y protagonizada por Jake Gyllenhaal, y ahora es teatro gracias al reto acometido por José Martret, que, fascinado por “lo auténtico y único” de los libros del escritor luso, ha querido conservar la profundidad del texto original.
La adaptación ha sido un empeño de DD & Company Producciones, con dirección ejecutiva de Dania Dévora, y los Centros de Arte, Cultura y Turismo de Lanzarote (CACT), que han querido, en homenaje a la isla en la que el Nobel decidió “exiliarse” en 1991 y en la que falleció en 2010, que fuera un recinto “tan canario y tan especial” como los Jameos del Agua, que diseñó César Manrique, el auditorio del estreno.
El resultado, interpretado por Kira Miró y Raúl Tejón, Raquel Pérez, Sergio Otegui, Maribel Luis y Mon Ceballos, y adaptado por Salvador Toscano y Félix Ortiz, ha sido un éxito, con los más de 400 espectadores que caben en el auditorio, puestos en pie.
El “core”, el “alma” de la obra sigue sustentándose en la pregunta principal que plantea Saramago: ¿en qué consiste la identidad?.
¿Qué pasaría si cada ser humano tuviera una e incluso varias copias, clones, sosias o réplicas? y ¿cuáles serían los caminos y los laberintos que cada una sería capaz de recorrer para descubrir el misterio que hay detrás?, propone con ironía el Nobel portugués.
El montaje teatral, como la novela, trata de dar respuesta a cuestiones tan humanistas como la definición de la individualidad, los rasgos que permiten pensar en la singularidad y jugar con la posibilidad de que haya hombres paralelos que viven en universos duplicados o a la inversa.
Saramago (1922) habla sobre la búsqueda de la identidad propia y ajena con humor negro y distancia, porque es muy complicado asumir que los rasgos propios estén repetidos exactamente igual en otros sujetos.
Martret, creador de iniciativas teatrales vanguardistas como La Casa de la Portera o La Pensión de las Pulgas junto a Alberto Puraenvidia, que aquí se ha ocupado de una eficaz escenografía, ha querido un juego de identidades en el que el espectador es interpelado constantemente por el personaje que asume el papel de Sentido Común.
Tertuliano Máximo Afonso, un profesor de Historia divorciado, un “hombre sin atributos”, profesional de la desidia e indiferencia por todo lo que le rodea, descubre viendo una película que hay un actor que es su copia exacta y a partir de ese momento, en una mezcla entre lo policial y la indagación profunda sobre la identidad humana, se empeña en encontrar “al otro”.
Las pesquisas le conducen a identificar a Daniel Santa-Clara, nombre artístico de Antonio Claro, con el que entra finalmente en contacto, lo que cambia radicalmente el sentido de sus vidas y la aparente inviabilidad de dos sujetos idénticos en el mismo espacio y tiempo.
El estreno mundial en Lanzarote de la que es la primera adaptación teatral de una de sus obras obedece también a que la idea se le ocurrió a Saramago en esa isla y a que a su viuda, Pilar del Río, le parecía que en España debía hacerse algo en este sentido, según explicaba Dévora.
La obra visitará hasta abril otras islas del archipiélago, antes de dar el salto a la península, donde ya está confirmada Málaga como una de las ciudades donde se verá este año.
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