Notimex. Carlos Nelson Noche Fontalvo, un abuelo bonachón de 86 años, que reside enfrente de la casa de infancia de Gabriel García Márquez (Gabo) y su principal orgullo es ser el único amigo del Nobel que queda vivo en Aracataca, su pueblo natal y fuente primaria de ese imaginario que es Macondo en la novela “Cien años de soledad”.
“El único amigo de Gabito que tomó ron con él cuando no era famoso. Solo quedo yo. Todos los demás se han muerto. Bueno los de aquí que viven en Cataca (Aracataca) o los que vivían aquí. Cuando aún no era famoso”, recordó el anciano a Notimex en el patio trasero de su casa.
Don Carlos fue un agricultor de banano y palma de aceite africana, que a sus 86 años de edad se la pasa horas y horas sentado en una silla mecedora en la puerta de su casa y bajo la sombra de un frondoso árbol, que a la vez sirve de lugar de tertulia con amigos y visitantes que llegan a Aracataca en busca de historias del Nobel de Literatura.
Con una voz fuerte, ronca y clara, Don Carlos aseguró que conoció a García Márquez cuando tenía 17 o 18 años y para esa edad los dos ya tomaban ron de caña, que es la bebida típica de la región bananera del Caribe colombiano.
—- ¿Como conoció a García Márquez?
—- Lo conocí cuando vino de Venezuela que lo echaron de allá por indocumentado, él vino aquí vendiendo enciclopedias a los amigos comunes de él y míos.
Y cuando vendía una enciclopedia, casi siempre con las ganancias que le correspondía tomábamos ron, puro ron de caña. La botella costaba 60 centavos en esa época. Recuerdo que cuando vendía llegaba gritando: “Vendí una, vendí una”. Nosotros ya sabíamos que iba a comprar ron.
Bebíamos ron hasta las ocho o diez de la noche. Eso sí empezábamos después de las 12 del día. Éramos como ocho amigos. En esa época no existía el whisky.
— ¿Recuerda a los amigos de Gabo en Aracataca?
— Los mejores amigos eran: Luis Carmelo Correa, que se crió junto con Gabo desde chiquitico y eran compañeros de colegio. Él vivía enfrente de Gabo, como hasta los 13 años y tenía un poco de amigos como Luis Porto García, Octavio Fernández, Wenceslao Miranda, eran de su época. Después se encontraban con él en Bogotá o en Cartagena.
Todos los mejores amigos de García Márquez ya murieron- según Don Carlos.
—- ¿Don Carlos de que hablaban cuando se reunían a tomar ron?
—- Hablábamos de generalidades, como no era famoso, solo hablábamos del vivir de Aracataca, de su abuelo, quien lo crió. El viejo Nicolás Márquez, el coronel de la Guerra de los Mil Días. El viejo era dicharachero (conversador) y Gabito siempre recordaba lo que el viejo le contaba de la guerra, de las batallas.
Gabito -afirmó- después que se ganó el premio Rómulo Gallegos (1972) por su novela “Cien años de soledad”, que publicó en 1967 con la editorial Suramericana en Buenos Aires, ya dejó de frecuentar Aracataca.
Mientras García Márquez seguía escribiendo y recibiendo premios de literatura por todo el mundo como: la Medalla de la legión de honor francés en París en 1981, La condecoración Águila Azteca en México en 1982 y ese mismo año el Nobel de Literatura otorgado por la academia sueca, Don Carlos seguía su vida de agricultor.
Cuando García Márquez empezó a ganar premios y fama mundial, ya llegaba muy poco a Aracataca, y si lo hacía era casi clandestino, según el relato de este abuelo, que en junio celebrará con su familia los 86 años.
— En esa época él venía aquí muy poco. Yo me fui a trabajar a la compañía bananera Frutera Sevilla, allá en Río Frío, por todos esos pueblos y me desconecté de Aracataca por lo menos 10 años.
Con los años Don Carlos mantuvo contacto con Jaime, uno de los hermanos del premio Nobel, quien es ingeniero y fue quien construyó la oficina de correos de Aracataca, por los años 1966-1967.
— Con Jaime nos hicimos buenos amigos. Nos seguimos viendo con frecuencia en Cartagena en casa de la hija mía. Un día mi hija me llamó: “Papi para acá viene el domingo Gabito con las secretarias de él, Jaime y la señora (…)”.
Entonces yo le dije: “Mija no vayas a comprar nada, yo te llevo todo de aquí”. Me puse a hacer compras de gallina, costilla de res, cerdo, yuca, bollo de yuca, compre de todo. Y se hizo un sancocho trifásico (tres carnes: res-cerdo-gallina).
Don Carlos llegó a la cita cargado de mercado con todo lo que sabía que le gustaba a su amigo, y que compartieron juntos en su juventud en Aracataca, el pequeño pueblo bananero, azotado por todas las violencias de los últimos 100 años en Colombia, y a un costado de la imponente Sierra Nevada de Santa Marta.
—- Me vi con Gabito pero ya a Gabito se le iba la mente y había que hablarle de las cosas viejas para que cogiera el hilo. Fue el último encuentro.
Ese día le hicieron una picada de chicharrón y él comió y comió. Dijo que tenía más de 50 años que no comía bollo de yuca que yo le llevé de aquí. Entonces yo le dije: “Gabo lo que nos estamos comiendo lo traje de Aracataca” y me respondió: “No jodaaa entonces estoy en Cataca”. Y estábamos en Cartagena.
— La foto esa que está ahí me la tomé el día del sancocho -señaló un cuadro donde aparece con su amigo- años antes de su muerte el 17 de abril de 2014.
Don Carlos, apoyado con un bastón, recorre la casa -del patio a la sala- y va explicando con nostalgia cada una de las fotografías que conserva de su compañero de parranda. Sale de la casa, acomoda la mecedora bajo el árbol para seguir su rutina: Ver pasar y saludar a la gente.
— No olvide que soy el último amigo de Gabito de Cataca, que estoy vivo. Regrese y tomamos jugo de guayaba— fueron las palabras de despedida de este abuelo con un apellido muy macondiano: Noche.
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