EFE.- La Bienal de Arte de Venecia, el evento de su clase más importante del mundo, premió hoy al arte contemporáneo alemán, el día de su apertura al público tras varias jornadas de presentaciones previas a los medios de comunicación.
El jurado de la 57 edición de la “Biennale”, presidido por el español Manuel Borja-Villel, distinguió la provocación exhibida en el pabellón nacional de Alemania por Anne Imhof, que ganó el León de Oro del evento, y también dio el León de Oro al mejor artista de la exposición “Viva Arte Viva” al alemán Franz Erhard Walther.
El doblete germano en esta edición, dirigida por la francesa Christine Macel, se podía presagiar, a juzgar por las largas colas de visitantes formadas ante las puertas del pabellón alemán desde el pasado miércoles.
“Faust”, la presentación de Imhof en el pabellón, consiste en una serie de “performances” con actores que bailan, se mueven y miran intensamente a los ojos de los visitantes en un entorno que parece una mezcla de prisión, hospital o mazmorra sadomasoquista.
Debajo o por encima de un suelo transparente de plexiglás los actores de esa instalación viva, que dura cinco horas, apelan a la “zombiezación” del “cuerpo capitalista”, la “muerte de la sexualidad” y la “masturbación como regresión y oposición”.
La fuerte impresión del pabellón alemán queda marcada por la severidad del edificio, una construcción situada en los Giardini venecianos que data de 1938 y que no puede ocultar sus orígenes, en pleno régimen nazi.
Ahora será el público el que tendrá que juzgar durante los próximos seis meses cuáles de las propuestas de los 120 artistas presentes en la Bienal reciben la mayor atención, en una edición que su directora ha querido dedicar a los artistas y no a las temáticas.
Y más tarde probablemente se sabrá el valor de mercado que tendrán esas propuestas entre los multimillonarios compradores del arte contemporáneo, algunos de los cuales escoltaban hoy, y ya desde hace tres días, la entrada de la Bienal en media docena de espectaculares yates.
“Yo he querido dar un tono de libertad, de descubrimiento, a esta Bienal que enlaza con una tradición importante de la Bienal de Venecia que data de finales del siglo XIX, darle un aire de su tiempo”, dijo Macel a Efe antes de la apertura de puertas al público.
“Y, hoy sobre todo, una visión global porque la Bienal es una exposición internacional, pero están también todos los pabellones nacionales, así que entre los 120 artistas que presento y los más de 85 pabellones y los proyectos colaterales de hecho llegamos a un panorama internacional único en el mundo”, defendió Macel.
Entre los artistas que se presentan este año está el estadounidense Mark Bradford, quien ha tenido que componer una representación oficial del arte de su país a pesar de su conocido rechazo a la actual administración de Donald Trump y que llamó a no quedarse cruzado de brazos.
“No se trata simplemente de que tengamos que hacer nuestro trabajo y escondernos de alguna manera, sino que tenemos que presionar más y exigir más a los que están en el meollo”, dijo Bradford a Efe.
En la Bienal de este año, además de los históricos pabellones nacionales se podrán ver otros, “transpabellones”, denominación dada por Macel a la exposición de cuya composición es directamente responsable y que se ordena por temas.
Entre el territorio del Arsenale veneciano y de los Giardini se pueden ver las propuestas de los artistas elegidos por Macel, desde los que contiene el “pabellón de artistas y libros” hasta los que exponen en el “pabellón del tiempo y el infinito”, y así hasta un total de nueve espacios de exhibición.
España presenta “¡Únete! Join us!”, de Jordi Colomer, que plantea una reflexión sobre las migraciones voluntarias apoyada en una instalación de vídeos en los que hay un “relato de futuro que trata de una ficción de un movimiento ciudadano que inventa precisamente una nueva forma de ciudadanía”, según su comisario, Manuel Segade.
Argentina, con la escultora Claudia Fontes; México, con el lenguaje encriptado que se transforma en sonidos elaborado por Carlos Amorales; Chile, con las máscaras mapuches que vigilan a los visitantes y que despliega Bernardo Oyarzún, o el pabellón de Bolivia, que por primera vez tiene espacio propio en la Bienal, forman parte, entre otros, de la vasta selección latinoamericana.
Además, Venecia desborda con multitud de exposiciones paralelas, como las retrospectivas del belga Jan Fabre, la de la Fundación Prada con Alexander Kluge, Thomas Demand y Anna Viebrock; la descomunal exhibición del británico Damien Hirst en Palazzo Grassi y hasta un homenaje al músico Antonio Vivaldi en el Museo Diocesano.
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