El coste psicológico de darlo todo por una relación

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Published on junio 16, 2017 with No Comments

bluebrainMejor con Salud.- Darlo todo cuando la otra parte no está al mismo nivel de compromiso puede ser algo destructivo para nuestro bienestar psicológico, por lo que debemos ir con cuidado.

Darlo todo por una relación puede tener un coste psicológico brutal para nosotros.

Sin embargo, esto es algo que hacemos mucho más de lo que pensamos, ya sea porque la sociedad nos insta a ello o porque nos lo han enseñado así.

En algunas ocasiones, darlo todo por una relación es casi una obligación que nos imponemos debido a que, si no lo hacemos, muchos nos echarán en cara que no amamos a esa persona y que si la relación se va a pique será por nuestra culpa.

Darlo todo por una relación por presión social

Una de las creencias que nos empujan a darlo todo por una relación cuando, en realidad, no deberíamos de cargar con esa responsabilidad es la de pensar que tenemos que dar el 100% de nosotros para demostrarle a la otra persona que la amamos con todo nuestro corazón.

El gran problema es que en la gran mayoría de los casos nosotros damos el 100%, pero ¿y la otra persona? A veces no está dando ni un 20%.

Esto supone un gran desgaste por nuestra parte, pues intentamos mantener unos cimientos que, tarde o temprano, se vendrán abajo.

Tenemos un límite de aguante. No podemos tirar solos por una relación. Al final, esta se irá al traste y, en la mayoría de los casos, incluso nos sentiremos culpables.

Toda esa presión social que nos insta a desgastarnos tanto por nuestra pareja provoca en nosotros una gran ceguera que es la de no ver que la otra persona no está haciendo nada y que, quizás, lo mejor sería cortar el vínculo.

Nos cargamos a las espaldas un peso enorme, sin poder abrir los ojos para descubrir la relación ideal, esa en la que cada persona da un 50%. Un vínculo sano para ambos gracias al que sí se podría construir una relación satisfactoria.

Amar a alguien no implica sacrificio, ni darnos hasta que no quede nada de nosotros mismos.

Amar a alguien no es sinónimo de lucha, de muestras constantes de nuestro amor que no le hagan a nadie pensar lo contrario. El amor, el de verdad, en ningún caso genera malestar.

Expectativas que nos sumergen en un bucle de dolor

Además de todas las creencias que podemos tener con respecto a las relaciones amorosas, existen también las expectativas.

Muchas de ellas están influenciadas por nuestro entorno, pero otras son derivadas de esa fase de enamoramiento en la que nos ponemos una venda en los ojos.

Por ejemplo, la expectativa de que una relación puede superar cualquier bache que se le presente y de que todo irá bien a pesar de todos los problemas, puede provocar que nos convirtamos en esclavos de nuestra propia relación de pareja.

No abrimos los ojos ante esos problemas, no los diferenciamos, nos da exactamente igual. Tratamos todas las adversidades por igual, sin discriminar.

Soñamos con que seguiremos adelante pase lo que pase porque el amor lo puede todo.

No obstante, el amor no es que lo pueda todo, el amor está o no está. No es una lucha, no es una batalla, tampoco una fuente constante de dolor.

En el momento en que una relación agota, cansa y nos supone una gran responsabilidad, es importante abrir los ojos para observar detenidamente si estamos yendo por el buen camino.

Porque el amor debería ser algo bonito, ¿no?

En el amor, las cosas claras

Tenemos que deshacernos de múltiples creencias y expectativas instaladas en nuestra mente que nos hacen concebir el amor como algo precioso pero, a la vez, destructivo.

El amor no implica lucha ni sacrificio. En tal caso no estamos ante este sentimiento y la consecuencia puede ser baja autoestima, desvalorización y, a veces, todo esto causará depresión.

Amar a alguien no significa dar el 100% de nosotros mientras la otra persona no aporta nada.

Y es que, tarde o temprano, o le exigiremos que dé un porcentaje similar (que cambie) o nos cansaremos hasta que el vínculo se vaya debilitando y, finalmente, se rompa.

Es importante que reflexionemos sobre lo bonito que suena ese “darlo todo por la relación”. Esto queda genial en las películas, pero en la vida real todo es muy diferente.

Aprendamos a ver al amor sin expectativas y sin creencias que nos ofrecen tan solo dolor. Quitémonos de una vez la venda de los ojos.

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