El arte de saber vivir.- Hay amores que se extienden, se agrandan, se expanden, colapsan, naufragan, se pierden y se encuentran, dibujan presencia en lo ausente, conquistan almohadas y se adueñan de camas, sonrisas, lunares y pieles.
Para el escritor F. Scott Fitzgerald, existe todo tipo de amor en este mundo, pero nunca el mismo amor dos veces. Y esto resulta tan incuestionable como el hecho de que existen amores que persisten aunque se vayan y que renuncian aunque se queden.
Según Carmen Lynch (especialista en relaciones de pareja) y Victor Daniels (psicólogo de la Universidad Estatal de Sonoma), son tantos los tipos de relaciones que llegamos a experimentar a lo largo de la vida y se caracterizan por cualidades tan distintas, que no solo es posible clasificarlos sino que además es conveniente — incluso necesario — que aprendamos a hacerlo. Que seamos capaces de distinguir entre una relación capaz de perdurar en el tiempo y un amor espontáneo que ha venido a enseñarnos algo para, luego, partir con la misma sencillez con la que llegó.
En su texto “Patterns of Relationships”, publicado por la Universidad Estatal de Sonoma, Lynch y Daniels establecen una tipología que presenta la diferencia entre cinco patrones de relación de pareja que la mayoría de nosotros vivirá al menos una vez en la vida:
- Las relaciones que sanan
- Las relaciones experimentales
- Las relaciones transicionales
- Las relaciones evitativas
- Las relaciones pasajeras
Este tipo de relaciones son clave en nuestro desarrollo personal, suceden porque tienen que suceder, porque han venido a traer y llevar, a hacernos recordar y olvidar. Sin embargo, no siempre están destinados a ser “amores eternos”, llegando a durar — en su gran mayoría — entre unos pocos meses y unos cuantos años.
Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría. Que no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días, ni de mi momento, pero que te quise y que te quiero, aunque estemos destinados a no ser.” Julio Cortázar.
1. Amores que sanan
Son relaciones que surgen ante períodos de gran angustia, pérdida o desilusión. En momentos difíciles, cuando nos sentimos más vulnerables, heridos y temerosos en nuestra propia condición de seres emocionales, los amores que sanan entran a nuestra vida como refugios donde hallar alivio al sufrimiento y recuperar la fe en nosotros y en el mundo.
Con frecuencia, los amores que sanan ocurren en desigualdad de condiciones espacio-temporales (por ejemplo, las relaciones a distancia) o bien entre personas que difieren significativamente en términos de edad e intereses en común.
Las relaciones de este tipo suelen desenvolverse en el epicentro de extensas conversaciones sobre el pasado, donde se profundiza en traumas y experiencias dolorosas una y otra vez hasta que, eventualmente, se alcanza un punto donde es posible sanar heridas emocionales y dejar ir.
2. Amores experimentales
Son relaciones cuyo principal objetivo es abandonar un círculo de habituación emocional.
El propósito de las relaciones experimentales es romper con hábitos que, se siente, han comenzado a estancar el crecimiento individual. Esto se da mediante la aproximación a realidades distintas, el interés y establecimiento de vínculos con personas completamente ajenas a lo que usualmente se busca en una pareja sentimental. Todo esto con el fin de aprender a amar a alguien diferente en la búsqueda de un camino a amar mejor.
Parejas diferentes
3. Amores de transición
Son relaciones que tienden un puente donde nuestro Yo del pasado se despide de nuestro Yo actual.
Los amores de transición nos permiten resolver conflictos, aceptar nuestros errores y asumir la responsabilidad de nuestros actos, manejar experiencias tormentosas y perdonarnos al mismo tiempo que intentamos ser mejores de lo que fuimos.
Para Lynch, los amores de transición nos aportan grandes oportunidades de aprendizaje y preparación con miras a la llegada de “un amor potencialmente duradero y saludable”. No obstante, las relaciones de transición pueden evolucionar y transformarse en relaciones estables a largo plazo siempre y cuando el deseo sea mutuo y el abandono de los patrones de conducta de nuestro Yo anterior sea definitivo.
4. Amores evitativos
Cuando uno o ambos miembros de la pareja construyen una muralla para no exponer su intimidad, o se guardan de un contacto pleno donde pudiesen revelar sus sentimientos más profundos, tiene lugar una relación evitativa.
Por lo común, este tipo de vínculos se establecen entre personas que han sufrido rupturas dolorosas o la muerte de un ser querido, lo que desarrolla un temor a la pérdida intensificado.
En las relaciones evitativas, la pareja no llega a constituirse de manera formal porque uno o ambos miembros se niegan a introducir a la otra persona en su mundo, sustituyendo la posibilidad de comprometerse emocionalmente con un mayor énfasis en el contacto físico y el placer sexual.
5. Amores pasajeros
Las relaciones pasajeras se dan en circunstancias que difícilmente pueden conducir a una relación estable. Los amores de verano son un ejemplo de relación pasajera, ya que se basan en un constructo idealizado que se alimenta de la pasión, el placer inmediato y expectativas poco realistas que nunca llegan a materializarse porque las condiciones del entorno (o la disposición individual) no lo permiten.
Los amores pasajeros suelen ser tan efímeros que generalmente no llegan a durar más que unas cuantas semanas, dejando a su paso tan solo suspiros y recuerdos de lo que pareció haber sido otra vida.
Cualquier forma de amor que encuentres, vívelo”. Anaïs Nin.
Amar y permitirnos ser amados mientras el amor exista es una oportunidad para crecer en coraje y valentía. Sin embargo, es primordial asumir que el principio elemental de la vida siempre nos conducirá al movimiento y la evolución constantes, y que pretender que el amor puede ser aprisionado o asegurado de por vida, sólo nos predispone al sufrimiento.
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