Agencias. El principal enemigo de los tiburones es la ignorancia, y con esa idea en mente, el biólogo Mauricio Hoyos inició en 2009 la idea de hacer un libro que derribara las ideas erróneas acerca de estos animales, y en particular, la que presenta a los escualos como máquinas asesinas de humanos.
Este martes por la noche, en Museo Soumaya, Hoyos presentó su libro El Gran Tiburón Blanco, como resultado de una investigación que inició en 2003 en la Isla Guadalupe, y con el patrocinio de la Fundación Telmex y en alianza con la Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés).
Entre los hallazgos que logró Hoyos, es que esta especie de tiburón, no es un animal raro en aguas mexicanas, “de hecho, tenemos el mejor lugar de avistamiento en el mundo”, aseguró el biólogo.
Lamentablemente, abundó, en México se tienen 111 especies de tiburones, y de las cuales, solamente están protegidas cuatro; un caso dramático es el de tiburón martillo, cuyo declive de su población ha sido de hasta el 90% en todo el mundo.
“Ellos (los tiburones) tienen un papel fundamental en los mares, mantienen bajo control las poblaciones de sus presas, si se quita al tiburón de la cadena en los mares, habrá un efecto en cadena que ni siquiera los investigadores podemos saber”, resaltó Hoyos.
A la presentación del libro también asistió el titular de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), Alejandro del Mazo Maza, quien comentó que en México hubo en 2016 274 avistamientos de tiburón blanco, lo que representó un aumento de un 30% respecto al año anterior.
Por su parte, Jorge Rickards, director general interino del WWF en México, destacó que “en décadas anteriores la investigación sobre tiburones blancos en nuestro país era realizada por expertos estadounidenses, es el año 2000, cuando se descubre que Isla Guadalupe es uno de sus lugares de reunión y comienza la actividad turística sustentable para observarlos”.
Resultado de la investigación de Hoyos, hoy se sabe que los tiburones blancos cazan elefantes marinos del norte a profundidades de 200 metros, algo que científicos estadounidenses consideraban imposible, debido a que solo habían registrado que esa especie atacaba desde la superficie hasta 20 metros de profundidad.
La investigación del biólogo mexicano también reveló que los juveniles permanecen hasta 14 meses en la isla.
Hoyos puso especial énfasis al señalar que los humanos no figuran en la dieta de los tiburones, porque no tienen la cantidad de grasa suficiente, y según las estadísticas de 1876 a 2016, se han registrado 314 ataques de tiburones blancos en el planeta, de los cuales tan solo 10% fueron mortales.
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