Por: Brenda Serrano Trujillo.
Se ha convertido en la interrogante de un embarazo no deseado o bien, cuando la mujer no está dispuesta a enfrentar las barreras de la maternidad. Existe una variedad de motivos, entre ellos: una violación, en este caso el acto fue obligado o efectuado bajo una amenaza. La falta de amor, atenciones adecuadas y carencias de recursos económicos o materiales también influye en esta decisión.
Si el bebé, niño o hijo no es deseado se convierte en uno más entre los millones de personas existentes en el mundo. No es una situación agradable; por consiguiente, se creó la interrupción del embarazo.
¿Se hace un bien o un mal?
No se trata de que sea blanco o negro, pero es menester ahondar en cada uno de los caminos para comprender el contexto de su postura. Es la pregunta formulada entre aquellos a favor y en contra.
El primer bando asegura que no es un producto correctamente formado en los primeros 3 meses, no se le puede llamar asesinato si no ha nacido y si aún no aparece predeterminado como hombre o mujer, hasta que se acuda a una consulta para ultrasonido, en la que se define el género. Se niega la posibilidad de denominarlo ser humano con un período menos a 3 meses.
Por otro lado, el bando que se opone a la detención de la vida asegura que desde la cópula ya es un ser nuevo, porqué se está concibiendo, pero son las raíces de su creación. El que obstruye este camino natural es un asesino, no hay más, no existen más razones. Para los creyentes de Dios, Jesús o profesantes de una religión concuerdan que es un producto del Señor y no hay que obrar en contra de esa divinidad.
Ambas posiciones son radicales, lo ideal es la neutralidad como en los debates siempre hay un intermediario controlando las ideas y las posturas. No obstante ¿Si existiera la neutralidad para todo se acabarían las disputas? Habría más comprensión en cuanto a ciertos temas e ideología, pero se acabaría la pasión por la defensa hacia cierta posición ideológica.
Ante todo esto se formula: ¿La neutralidad es una forma de inteligencia o de mediocridad?
La neutralidad puede ser un arma de dos filos, ya que es la vertiente para analizar de manera objetiva y concreta todos los puntos de vista, generar una crítica correspondiente a cada argumento y el entendimiento ilimitado de comprender la diversidad de ideologías, de acuerdo al contexto, cultura, educación, entre otros factores. Pero, también hay quien la neutralidad la aplica para huir de una propia ideología, no se atreve a manifestar su pensamiento; por consecuencia, prefiere no elegir ninguna para no tener que razonar.
En este caso en la elección de un aborto intervienen distintos escenarios. En la última semana, el jueves 31 de agosto, se cuestionó a una joven de 26 años, quien recientemente tomó la decisión de no tener a su hijo. Aproximadamente tenía un mes y medio; el miércoles 30 de agosto fue a una clínica a la interrupción de su embarazo, en la que está permitida legalmente dicha práctica, en Ciudad de México. Prefirió no compartir abiertamente el nombre de la organización. Al día siguiente platicó su experiencia, ella accedió a compartir su sentir sin tapujos, se percibió su fortaleza y sangre fría al relatar su historia.
Algunas jóvenes de esa edad, incluso de años menores, a pesar de la premura del embarazo, optan traerlo en su vientre con el proceso establecido. Ella pensó en el futuro que le podría brindar al pequeño ser y consideró que no era oportuno que naciera, por su estilo de vida, tiene proyectos personales, académicos y laborales y un niño no figura en ese trayecto. No quería tener dificultades económicas y quizás no le ofrecería el tiempo, espacio y amor requerido.
Hay quienes la llamaron “egoísta”, ya que da prioridad a otros aspectos de su vida, antes que aceptar las hazañas que otorga un hijo, tal vez su edad ya era considerada para empezar a mantenerlo. Pero también es válido el argumento de que primero se elija a ella misma, el destino no es ser mamá para todas.
No obstante, para ejecutar un acto de esa índole hay que verificar la capacidad emocional, resistencia física y moral para soportar la revolución o alteración del cuerpo y la pérdida. Para ciertas mujeres que abortan no representa una pérdida, ya que ellas lo decidieron, pero hay otras que a pesar de que se aventuran a la clínica para desechar a la criatura, posteriormente se arrepienten, lloran por la pérdida de lo desconocido y entran en una etapa de duelo.
La vulnerabilidad de cada mujer es importante para la toma de una resolución. La chica que abortó no se encuentra retractada; al contrario; se nota un alivio en sus ojos y en la forma en la que se expresa. En la duración de su corto embarazo se denotaba más preocupada.
“Siempre me he cuidado o he calculado los riesgos, pero esta vez fue inevitable, y cometí un error, pero no volverá a pasar. El chico con el que tuve relaciones sexuales apoyaba lo que yo quisiera. Decidí abortar no sólo por falta de preparación, pues ninguna mamá nace preparada, sino que aprende a lo largo de los años, pero yo en particular aun no estoy dispuesta a abandonar mi vida que solía tener por un hijo, y no poseo la solvencia para ofrecerle buenos recursos. Mi mamá me habría apoyado, pero no le dije porque hubiera querido impedirlo, y convencerme. Quizás lo lograría. Pero él o ella ya no está aquí, y si ya guardé bien el secreto, mejor que quede así, guardado en el baúl de los recuerdos”.
¿Valentía o cobardía?
La experiencia indica que valentía es permitir que nazca el bebé, y cobardía cortar esa posibilidad. Pero, igualmente se puede convertir en cobardía porque no se atreven a abortar, decisión a corto plazo, y aplazan su situación, dejándolo a la deriva, y se envuelven en esos nueve meses.
Así que, independientemente de la variedad de circunstancias que conlleven a elegir al bebé o al aborto el elemento clave se halla en la exposición a un período de resiliencia, la capacidad que se tiene para afrontar el dolor o eventos traumáticos. El otro punto se encuentra en que no haya retracto o arrepentimiento en la decisión tomada, ya que si se opta desde el principio por el nuevo ser o por la desaparición del mismo, que en el proceso de cualquier elección no exista dramatismo o catástrofe, es válido titubear o dudar, pero no durante mucho tiempo o toda la vida. Además, actualmente, hay que meditar detenidamente, pues el número de personas aumentan, día a día, en el mundo. Es necesario el equilibrio de abortos y nacimientos, un bebé es maravilloso cuando es ansiosamente anhelado y recibido, de lo contrario no es conveniente.
De esta forma, para que al final del día o la vida, cada mujer o incluso el acompañante de ella, puedan decir “Je ne regrette rien” (Yo no me arrepiento de nada), como aquella canción en francés emitida por Edyth Piaff.
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