Por: Brenda Serrano Trujillo.
Todos hablan del temblor. En la escuela, en el trabajo, hogares, centros comerciales, restaurantes y en un sinfín de espacios se escuchan las diferentes experiencias de las personas, en el momento del sismo, que se efectuó el pasado martes 19 de septiembre a la 1:14 pm con grados de 7.1.
Es la segunda sacudida del presente mes. Los indicadores de las placas tectónicas lo predecían, pero no era seguro. Las almas esperanzadas aguardaban la tranquilidad del planeta. No obstante, en el instante más inadecuado se manifestó el retumbe. ¡Bastó un solo movimiento para que las edificaciones se derrumbaran o se debilitaran!
Le gente solicita información, imploración y auxilio en las zonas más afectadas de la República Mexicana como en Distrito Federal, Guerrero y el Estado de Puebla, principalmente en el Centro Histórico de la Heroica Puebla de Zaragoza. Las noticias son masivas, ya que cuando se enciende el televisor, en la mayor parte de los canales corre el rumor de los sucesos sísmicos. ¡No hay vuelta atrás! La realidad está superando al humano y el alarde se ha vuelto excesivo.
La difusión está al tope, las catástrofes reinan, el número de muertes está comprobado, pero de pronto, surge la pregunta: ¿Será cierto todo lo que se expone y se dice?
El escéptico se formula esta interrogante con duda e incredulidad. Normalmente, este personaje rechaza la mayor parte de la información, intenta convencer a los demás de la negatividad del asunto y refuta cualquier acto escandaloso. Se mantiene firme, duro e insensato. Si es posible, consuela y alienta a sus conocidos, amigos o seres queridos para disminuir el nivel de presión y alerta.
OJO: Este grupo no niega los hechos y los desastres originados, pero se opone a las repercusiones y a creer toda la información exhibida en medios comunicativos, ya sea en televisión, radio, redes sociales, entre otros.
¿Quién es antagonista de este sector?
Aquella gente prevenida, preocupada y alarmista, los cuales expresan temor a mayor grado. Estos sujetos consideran que en cualquier instante serán cautivos de un ataque cardíaco por el susto o morirán aplastados. La fobia genera presentimientos supersticiosos o incluso erróneos.
Las medidas de seguridad son ejecutadas por ambas divisiones, pero los escépticos puedes ser más arriesgados y aventureros, incluso estos pueden ser más capaces de proteger a aquellos que lo requieran.
El corazón frío permite ser más objetivo ante la situación, y suavizar el panorama gris. La tempestad no está vigente, pero los tiempos se transforman y los daños varían.
Lucha de la difusión
Será necesario validar cada anuncio, notificación o alerta enviada por las redes sociales (Whatssap o Facebook), ya que existen contenidos de fuentes falsas o no fundamentadas. Simplemente, cualquier persona da a conocer cadenas, creadas por ellos mismos.
Actualmente, es muy fácil editar vídeos o imágenes para retratar un acontecimiento, o adaptar lo expuesto, a favor de cada creencia. Hay que analizar detenidamente cada producto comunicativo; revisar si hay tintes de photoshop o falsificación o si es verdadero. Las brigadas y las ayudas aumentan, y se solicita la cooperación de todos para aportar una semilla más a la desolación y derrumbe generado por el sismo.
A cada segundo, minuto o segundo los cárteles en las calles, y las invitaciones para apoyar a los damnificados imperan, se acumulan víveres y se intentan trasladar lo más pronto posible para que se entregyen. Pero, ha surgido una disyuntiva por aquellos que donan artículos movidos por el altruismo y los que otorgan por adquirir una imagen pública o reconocimiento, ante los demás.
Se cuestiona a una maestra que labora en una escuela, Centro Cultural Jalil Gibran, acerca de su experiencia con el temblor, el terror colegial y los detalles de cómo ha percibido el territorio mexicano este fenómeno.
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