Notimex. La arqueología como ninguna otra disciplina, puede penetrar en el tiempo en la manera en que lo hace para llegar y estar frente a frente con la obra del hombre, con el hombre mismo, aseguró el destacado arqueólogo mexicano Eduardo Matos Moctezuma, al inaugurar anoche la cátedra que lleva su nombre, en el Museo Nacional de Antropología (MNA).
Establecida por la Universidad de Harvard como “The Eduardo Matos Moctezuma Lecture Series”, la primera en casi 400 años de historia de la universidad en honor a un mexicano, la cátedra tiene como propósito vincular a los especialistas más destacados del mundo en el tema del México prehispánico.
En su ponencia “De la vida a la muerte, tres momentos distintos y una pasión verdadera”, el investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) habló sobre cómo nació su amor por la arqueología, la influencia que ejerció en él Manuel Gamio, su formación profesional y una serie de reflexiones de lo que ha encontrado en el Templo Mayor. Sobre su pasión por la arqueología, dijo que nació con una lectura en el segundo año de bachillerato, cuando un amigo le prestó el libro “Dioses, tumbas y sabios” del escritor alemán C. W. Ceram, del que llamó su atención el capítulo dedicado a la cultura egipcia.
“Aquel mundo de faraones, tumbas y hallazgos marcó mi vida en adelante; la suerte estaba echada, y fue entonces a casa a comunicarles a mis padres que deseaba ser: Queridos padres ya decidí que quiero estudiar. Mi madre interrumpió y cuestiono ¿Qué vas estudiar, abogado, ingeniero o médico? Y mi respuesta fue arqueólogo.
“Un silencio invadió la estancia y mi madre agregó: Hijo, dices que las clases de antropología son en las tardes, ¿no sería bueno que en las mañanas tomaras clases en la Escuela Bancaria Comercial?” y de pronto las risas se hicieron presentes en el Auditorio Jaime Torres Bodet. Luego se refirió a su formación y rindió homenaje a los maestros que lo formaron, como José Luis Lorenzo, a través del curso de arqueología general; la etnóloga Calixta Guiteras, quien le hacía leer el libro “Nuestros contemporáneos primitivos”; así como a la antropóloga física Johana Forhaven, quien le exigía las lecturas del libro de “Manual de Antropología”, de Juan Comas.
El también impulsor del Proyecto del Templo Mayor, recordó además sus primeras salidas a campo como Tepeapulco, Hidalgo; Tlatelolco en Ciudad de México; Teotihuacan en Estado de México y Bonampak, en Chiapas, lugares que, dijo, “me proporcionaron experiencias diversas”. Matos Moctezuma comentó además que durante sus años de formación, fueron tres los temas que llamaron su atención y en los que ha puesto su mayor esfuerzo: La historia de la arqueología, el Templo Mayor de Tenochtitlan y la muerte en el México prehispánico.
Enseguida, desglosó cada uno de estos puntos, refiriéndose a la historia de la arqueología y recordando al investigador Manuel Gamio, de quien dijo, fue su inspiración e influencia. “Su influencia, tras su muerte, me llevó a publicar un libro en su persona, titulado ‘Manuel Gamio. Arqueología e Indigenismo’, en el que agrupé cinco trabajos sobre arqueología y cinco sobre indigenismo y la biografía de Don Manuel”, dijo Matos. Luego centró su charla en los recientes hallazgos del Templo Mayor, en especial en el descubrimiento del templo de Ehécatl y un juego de pelota en un predio particular localizado en la calle de Guatemala, en el Centro Histórico.
Después de la conferencia se inauguró la exhibición “Voces de barro”, seleccionada con motivo de la inauguración de la cátedra; la muestra reúne nueve de las esculturas de barro más importantes de las colecciones del Museo Nacional de Antropología y del Museo del Templo Mayor.
En la parte alta del vestíbulo del museo se exhibió también la obra plástica “El Caballero Águila”, que el celebrado artista méxico-americano George Yepes ha realizado especialmente como símbolo para la Cátedra Eduardo Matos Moctezuma, y que servirá como identidad visual para las próximas ediciones de la misma.
El establecimiento de esta cátedra ha sido posible gracias a la generosidad de José Antonio Alonso Espinosa y la iniciativa de David Carrasco, Neil L. Rudenstine, profesor de Estudios Latinoamericanos en Harvard. También es resultado de la colaboración entre el David Rockefeller Center for Latin American Studies, la Harvard Divinity School y el Moses Mesoamerican Archive de la Universidad de Harvard.
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