Notimex. El arte y la amistad entre Salvador Dalí (1904-1989) y Marcel Duchamp (1887-1968) llegan a la Real Academia de la Artes (Royal Academy of Arts) en una exposición que revela las similitudes entre dos de los grandes pintores del siglo XX.
El español Dalí y el francés Duchamp se conocieron en 1930 a través de amigos comunes del grupo surrealista y desarrollaron una amistad que perduró hasta la muerte de Duchamp en 1968. La exposición muestra también algunos momentos de colaboración y contacto como se puede ver en un foto-collage con la firma de Dalí en el reverso.
El curador de la muestra William Jeffett explicó a Notimex que a pesar de las diferencias, también hay muchas similitudes entre los dos. “Hay muchos puntos de contacto. El tema del objeto es muy importante y clave para los dos.
La relación que tienen con la pintura es ambigua e irónica. Los dos hacen gestos a la pintura clásica pero al mismo tiempos desmantelan una pintura clásica de manera propia”, señaló Jeffett.
El experto explicó que los dos han tenido una referencia a la pintura del pasado y han jugado con la imagen de la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci como se puede ver en la primera sala, en la que el famoso cuadro porta un bigote de Dalí.
Si bien son vistos como artistas muy opuestos, esta exposición busca establecer las similitudes en su arte a través de cuadros que revelan la obsesión de ambos por el objeto y el erotismo. Además, ambos experimentaron con los movimientos artísticos de la época: Impresionismo, Fauvismo, Cubismo y Futurismo.
La sala sobre Objeto y Cuerpo revela el interés de ambos por objetos de la vida cotidiana como la llanta de bicicleta de Duchamp y el teléfono en forma de langosta de Dalí. A ambos artistas los unió una amistad que llevó a Duchamp a rentar durante los veranos una casa en Cadaqués, España, a unos minutos de la casa de Dalí.
Entre las principales obras de Dalí se encuentra Cristo de San Juan de la Cruz (1951), Teléfono Langosta (1938) y Madonna (1958) que representa a la virgen de la Capilla Sixtina, pero desde lejos se puede ver una oreja gigante.
La obra de Duchamp “Gran Vidrio: La novia puesta al desnudo por su solteros, incluso” o el “Gran Vidrio”, en la que trabajó durante ocho años, refleja la fascinación del francés por utilizar juegos lingüísticos en su trabajo. Mientras que Dalí deliberadamente promocionaba su arte y característica imagen con sus largos bigotes, Duchamp prefirió trabajar en secreto convenciendo al mundo que había dejado el arte para convertirse en un jugador profesional de ajedrez.
La última sala está dedicada a la pasión de ambos: el juego de ajedrez, una afición que ambos compartieron durante décadas, además del buen sentido del humor y escepticismo que acompañaron a su obra toda la vida.
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