Notimex. El majestuoso palacio de Hampton Court Palace recrea la lujosa vida del rey Enrique VIII (1491-1547) y el destino fatal que sufrieron algunas de sus seis esposas.
El deseo desesperado del monarca de producir un heredero varón para la corona lo llevó a actos de crueldad inimaginables con algunas de sus esposas, dos de las cuales fueron ejecutadas y otras desechadas al no ofrecer un heredero.
Su relación más conocida fue con Catalina de Aragón con quien estuvo casado durante casi 24 años, hasta que su matrimonio fue anulado y se casó con Ana Bolena, quien fue ejecutada en la Torre de Londres acusada de adulterio y sin haber producido un heredero. Otra mujer que corrió la misma suerte fue la quinta esposa del rey, Catalina Howard, quien fue acusada de adulterio y posteriormente decapitada.
Sin embargo, el palacio de Hampton Court fue un lugar de placer y entretenimiento para los reyes de la dinastía Tudor, que gobernó Inglaterra de 1485 hasta 1603. Las majestuosas salas, corredores, cocina imperial y jardines del palacio situado a orillas del Río Támesis son muestra del opulento reinado de Enrique VIII.
En el salón principal se elaboraban suntuosos banquetes y la diversión era el corazón del palacio para ocasiones especiales, mientras que en la vida cotidiana servía de comedor para la servidumbre. La historiadora Alison Weir señaló que las fiestas se prolongaban durante varios días con comedias y teatro, en un salón que tiene un techo labrado en madera del medioevo tardío y enormes tapices que aún decoran las paredes.
“Para mí este salón esta una prueba del esplendor y aunque hoy en día podría resultar difícil la suntuosidad que representó el reinado de Enrique VIII en Hampton Court Palace podemos apreciarlo de primera mano”, apuntó Weir.
Solamente seis tapices de la colección real que relatan la historia de Abraham, el patriarca del Antiguo Testamento, adornan los muros, pero la Colección Real cuenta con 520 tapices. En el siglo XVI los tapices hilados en hilos de oro y plata costaban dos mil libras de aquel entonces.
Como un ejemplo del valor del dinero en esa época, el pintor Holbein de la corte inglesa ganaba 30 libras al año. Las cocinas del palacio fueron recreadas en su forma original para imaginar cómo se elaboraban los banquetes a base de carne de cordero, cerdo, venado, res, jabalí, perdiz y codorniz.
En las cocinas tudorianas durante el reinado de Enrique VIII se preparaban más de mil platillos al día en los fogones y hornos, mientras que por orden del monarca las sobras eran repartidas a los mendigos en las rejas del palacio. El palacio se erige como una joya arquitectónica con extensos jardines, la Capilla Real que contiene una réplica de la corona del rey Enrique VIII y la Galería Cumberland, que fue creada en 1730 cuando el palacio dejó de ser residencia de reyes y reinas.
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