¡6 de enero! ¡Rosca de Reyes! ¡Niños esperando recibir juguetes en la mañana del sábado pasado! ¡Ilusiones andantes en la calle, en dónde pueden otorgar premios juguetones a los pequeños! La tradición de escribir la carta a Melchor, Baltasar y Gaspar sigue rondando en las familias; se ha modernizado y variado, pero no se acaba.
A pesar de que el origen es religioso, se ha vuelto más una costumbre, pues incluso aunque no se profese ningún dogma, preservan los padres el hábito de obsequiar lo solicitado o sorpresivo a sus hijos. La creencia social es tan fuerte que no quieren excluir a sus sucesores de este privilegio; el contexto induce a que predomine dicha convicción.
¿Manipulación o preservación?
Sin embargo; las ventas, promociones o artimañas para que los tutores o padres consientan a sus queridos produce dos vértices: el entusiasmo infantil, el objetivo es mantener la esperanza y fantasía de los niños, ellos aún no hacen contacto con el mundo cruel, entonces se merecen recibir esta gratificación cada año. El otro punto trata de difundir el primer vértice para que la compra nunca se acabe, entre mayor sea el significado del “trío reinal” se tendrán más ventajas en el mercado. Detrás de una apariencia hay miles de conspiraciones.
En chiquillos menores a 10 años la emoción es potente, un elevado porcentaje de lectores podrían compartir su vivencia en la madrugada de Reyes, en la que gobernaba la inquietud por su llegada. Hay familias que se esfuerzan más, en ocasiones, varía por el estatus social, aun así se intenta complacer con pocos recursos pero con mucho empeño. Es la noche romántica de los pupilos.
Revolución de clases sociales
La sociedad ya no es tan elitista en algunos aspectos, por ejemplo, puede acudir la gente de cualquier clase social a tiendas como “Palacio de Hierro”, “Liverpool”, entre otras, para adquirir productos a su gusto. Anteriormente, la fisonomía de las personas intervenía en demasía en la fortuna que se poseyera, aquél de rasgos más finos, mejor porte, modales y vestimenta era el que coincidía con una excelente posición económica.
En cambio, aquél que tuviera atributos más tocos, un modesto closet y menos educación era el que no tenía esa solvencia. Ahora, dichas designaciones se revuelven, hay más diversidad y oportunidad. Si un grupo carece de adiestramiento y formalidad, pero ha sabido acumular riqueza material o la ha heredado podrá entrar a ciertos lugares sofisticados y asegurar su futuro propietario.
En el polo opuesto, se encontraría el que posee el don intelectual y es de estilo refinado, posee las características que en décadas pasadas se definían en las esferas altas. No obstante, en nuestros días, puede que estas cualidades ya no sean garantía de un buen capital. Incluso, el talento se rezaga y se pierde por la falta de posesiones. Es una de las desventajas de la democracia. Las categorías ya no son tan exigentes, pero siguen presentando injusticias.
Panorama del primer mes del año
Así pasa también con los juguetes; hay de todo tipo. Lo importante es dar. Los adultos festejan con una rosca, normalmente trae una serie de muñecos, en los cuales surge una asignación para cada uno. Entre los que parten e ingieren el panecillo se reparten las tareas de comida y bebida para la próxima celebración del 2 de febrero, fecha de la Candelaria.
Si en el pan que se engulle aparece el muñeco ya le toca poner parte de su bolsillo. Es por ello, que se ha descubierto a algunos que esconden al “pequeño” para no cooperar. Otros dicen que es signo de “suerte” si se halla en la rosca. Aún quedan un par de días para continuar ofertando la rosquilla, dependiendo de la panadería o centro comercial en el que se arribe.
Escrito por Brenda Serrano Trujillo
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