Ntx. Leona Vicario fue estandarte en la historia de México, conocida como “La mujer fuerte de la Independencia” y considerada la primera periodista del país, fue una mexicana inteligente, hábil en las pinturas, instruida en la política, historia y literatura y descendiente de padres honorables.
Llamada por sus aportes a la causa “Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria”, María Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador, su nombre completo de nacimiento, nació hace 229 años, el 10 de abril de 1789 en la Ciudad de México.
Elegante y distinguida, Leona, a diferencia de sus contemporáneas, desarrolló un enorme sentido crítico frente al mundo a partir de sus lecturas, lo que para muchos significaba señal de rebeldía, describe la página de internet de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Fue hija única del comerciante español Gaspar Martín Vicario y de Camila Fernández de San Salvador, originaria de Toluca. A los 17 años quedó huérfana y bajo la tutela de su tío Agustín Pomposo Fernández, quien, gracias al manejo del testamento, tuvo una buena posición económica.
Ante la impetuosidad de la sociedad aristocrática de la Nueva España, su tío le permitió vivir sola en una propiedad cerca de la suya para su seguridad, ante el panorama que se estaba gestando en la colonia más grande de España. Al iniciar la Guerra de Independencia, Vicario se unió a los Insurgentes, según documenta un texto del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
En 1810, formó parte del grupo secreto “Los Guadalupes”, cuya red conformó el movimiento insurgente independentista y que a través de correos con Miguel Hidalgo y José María Morelos, y debido a que pertenecían a la sociedad virreinal pudieron manejar información que otros insurgentes no tenían. Vicario fue pieza clave para el movimiento insurgente, ya que financió el movimiento rebelde, dio cobijo a fugitivos, envió medicamentos, transmitió recursos e información de cualquier acontecimiento que ocurría en la corte virreinal.
Un año más tarde, conoció al estudiante de leyes, procedente de Yucatán, Andrés Quintana Roo, que trabajaba en el despacho de su tío y de quién quedó profundamente enamorada; pero ante la negativa de su tío al ver que Quinta Roo no tenía los recursos suficientes para esposarla, tuvieron que separarse.
En 1812 Vicario convenció a un grupo de armeros vizcaínos para que se pasaran al bando insurgente, trasladándose al campamento de Ignacio López Rayón en Tlalpujahua, Michoacán, en donde se dieron a la tarea de fabricar cañones gracias a la venta de las joyas y bienes de ella.
El portal bicentenario.gob.mx, señala que, en la primavera de 1813, uno de sus correos fue interceptado, lo que suscitó que partiera rumbo a la capital, desafortunadamente, al no poder encarcelarla, su tío la recluyó en el Colegio de Belén de las Mochas, dando aviso a la Real Junta de Seguridad y Buen Orden, para que procediera conforme a la ley.
Al ser procesada, fue sometida a un interrogatorio, presentándole pruebas que la inculpaban, pero gracias a su convicción, Vicario nunca delató a sus compañeros, por lo que fue declarada culpable, condenándola a prisión y la incautación de todos sus bienes.
En mayo de ese mismo año, bajo el mando de Quinta Roo, tres insurgentes disfrazados de oficiales virreinales ayudaron a escapar a Vicario, y fue oculta por unos días, forzando su salida rumbo a la ciudad, pintada de la cara y brazos, sentada junto con otras mujeres en unos huacales cargados de pulque. A su arribo, Vicario contrajo matrimonio con Quinta Roo, a partir de ese entonces se mantuvo junto a su esposo al servicio de la insurgencia y del Congreso de Chilpancingo.
En éste mantuvo un contacto cercano con Morelos, y fue entonces que Vicario comenzó a escribir para los periódicos “El Ilustrador Americano” y el “Semanario Patriótico Americano”, hecho por lo que es considerada la primera mujer periodista. Tras la muerte de Morelos se disolvió el congreso de Chilpancingo, por lo que Vicario y su esposo se escondieron en Michoacán.
En 1817, siendo prófugos Vicario y Quinta Roo, nació su primera hija en una cueva en la localidad de Achipixtla, en Tierra Caliente, siendo el padrino de la niña Genoveva el general Ignacio López Rayón. Ante la consumación de la Independencia, el 8 de agosto de 1823 el Congreso de la República concedió a Vicario una liquidación en metálico, una hacienda llamada Ocotepec en los llanos de Apam y tres casas en la ciudad de México, como compensación por sus bienes incautados y por su apoyo humano en plena lucha.
Posteriormente, Vicario tuvo otra hija, a la que llamo Dolores, en honor a la villa en la que Hidalgo inició el movimiento de Independencia en 1810. Vicario siguió en la actividad política, poética y periodística junto a su esposo, hasta su muerte, que llego el 21 de agosto de 1842, en su casa en la Ciudad de México. Antes de cumplir 50, escribió en su testamento que estaba sana, pero su cuerpo “resentía la larga lucha, el hambre, el cansancio y la desdicha que había padecido durante los años de guerra”, indica la página electrónica de la Secretaría de Educación Pública.
El 30 de mayo de 2010 sus restos fueron enviados al Museo Nacional de Historia, para culminar en el Palacio Nacional en la Galería Nacional; su nombre está escrito en letras de oro en el Muro de Honor del Palacio Legislativo de San Lázaro y en el Congreso del estado de Quinta Roo.
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