Ntx. Enseñar y formar a nuevas generaciones de estudiantes no es un tarea sencilla, implica tiempo, dedicación, organización y, sobre todo, gusto por compartir el conocimiento.
En México, esta labor se ha transformado con el tiempo, se ha pasado de los maestros que con vara en mano castigaban el mal comportamiento o incumplimiento de tareas, a aquellos que brindan apoyo emocional y buscan profesionalizarse y actualizarse constantemente para hacer más atractiva y didáctica su clase, con el único objetivo de que sus alumnos aprendan.
Por ello, ser docente es un reto, pero también es una actividad que colma de satisfacción a aquellos que dedican su vida a llenar las aulas de saber y que son reconocidos en el Día del Maestro, que se celebra el 15 de mayo. Brissa Espinosa Hernández, licenciada en Pedagogía por la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, forma parte del millón 599 mil personas dedicadas a la docencia que, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), existen en el país.
Desde hace 15 años su vida ha estado dedicada a impartir clases en secundarias técnicas de diversas zonas de la Ciudad de México, y con ello ha podido conocer de cerca los problemas que enfrentan los adolescentes en un mundo globalizado, en el que cada vez es más complicado tener la atención de los alumnos.
“Para mí, ser maestro es mucha responsabilidad, pues hay que apoyar a los chiquillos que se encuentran en una etapa y circunstancias familiares complicadas; ellos a veces te ven como la tía, la mamá o el psicólogo y debes tener cuidado porque una palabra les puede cambiar la vida”, compartió.
Actualmente es profesora en la Escuela Secundaria Técnica Número 6, ubicada en la colonia Centro de esta capital, donde imparte en primer y tercer grado Formación Cívica y Ética, materia en la que aborda desde valores, adicciones, bulimia, infecciones de transmisión sexual, derechos sexuales y reproductivos, hasta orientación vocacional y toma de decisiones.
“Es una materia en la que se tiene mayor acercamiento con los niños, por lo que tienes que estar alerta, ya que en ocasiones expresan dudas sobre temas delicados como custodias legales, acoso sexual por parte de algún familiar o violencia; entonces tienes que estar mediando esta clase de situaciones con ellos y los padres”, señaló. Sin embargo, para Brissa Espinosa es sumamente gratificante ser maestra pues sabe que en muchos adolescentes ha logrado cosechar el amor por aprender y por querer ir más allá.
“Es muy confortante que los muchachos terminan la escuela y regresan a buscarme, a pedirme mi número porque quieren seguir en contacto conmigo, a darme las gracias por apoyarlos, por creer en ellos. Por ejemplo tengo una ex alumna, ahora de 25 años, que es médico y chef, y que me sigue buscando; eso es resultado de alentarlos”, destacó.
Saber que cumple con su objetivo la llena de alegría y la motiva seguir en su búsqueda de técnicas y métodos para acercarse y enseñarle a los adolescentes, quienes en su opinión no han sabido usar correctamente las tecnologías. “A veces en lugar de favorecernos nos perjudica porque buscan la información y no saben seleccionarla, no tienen el hábito de la lectura. Hay niños que les funciona la tecnología y la saben aplicar y otros que simplemente solo cortan y pegan, que no saben escribir, ni ellos se entienden”, dijo en entrevista con Notimex.
Por tal motivo, Brisa Espinosa tiene que acercarlos a la lectura por medio de temas que sean de tu interés, “hago que lean comics, el periódico, blogs, y luego libros pequeños”, además implementa dinámicas en las que cada alumno explote sus habilidades. Para ello, necesita mantener toda su atención en los alumnos durante la clase, lo que implica que en muchas ocasiones se lleva exámenes, libretas y tareas a revisar a su casa, sumado a las planeaciones que entrega regularmente. Respecto a su salario, que va de los cinco mil 500 a seis mil pesos quincenales por 28 horas de trabajo semanal, consideró que es un ingreso digno que le permite vivir decorosamente.
En tanto, el maestro, José Bernardo Martínez, quien imparte la materia de Matemáticas 42 horas a la semana en la Escuela Secundaría 220 Agustín Yañez, por las que recibe un sueldo mayor, coincide en que los ingresos que percibe son dignos. En su caso, logró incrementar sus horas de trabajo gracias a la Evaluación del Desempeño Docente que aplica la Secretaría de Educación Pública (SEP), en la que destacó al obtener uno de los mejores resultados.
“Para mí la evaluación ha sido muy buena; nos ha puesto a trabajar más, nos motiva a seguirnos preparando, profesionalizando, para que no dejemos de actualizarnos, que es una necesidad que debemos de tener todos los días. Como maestros debemos seguir adaptándonos a las nuevas situaciones, tanto de los niños, de la evaluación y el sistema educativo”, apuntó. La actualización, opinó, es necesaria ya que cada día los adolescentes muestran menos interés por aprender y se requieren de nuevas maneras de acercarlos al conocimiento.
“Cada generación de alumnos es diferente y como maestros nosotros tenemos que adaptarnos a ellos, por ejemplo en mi caso este año aplicó un material pero el año siguiente tal vez ya no me sea útil, entonces tengo que cambiarlo; ese es el trabajo del docente, tenemos que buscar innovar cada día”, señaló el docente originario de Hidalgo.
En los nueve años que lleva como maestro Bernardo Martínez, quien es egresado de la Escuela Normal, ha logrado el reconocimiento de sus alumnos, quienes en algunos casos regresan tras haber concluido la secundaría para compartirle que lo aprendido en su clase les fue de ayuda en el siguiente nivel académico. Pero más allá de esos escasos momentos, la satisfacción llega todos los días, cuando cumple con su principal objetivo de enseñar.
“Una de las mejores partes de ser maestro es ver que los jóvenes aprenden; más allá de que les gusten o no las matemáticas busco que las entiendan, que vean que no son tan complicadas como se piensa; eso es lo más importante para mí, que exista un cambio en ellos, que llegue a casa con un aprendizaje y que lo puedan compartir”.
Este amor por enseñar, en Bernardo Martínez surgió gracias a sus profesores que se involucraron en la vida de sus alumnos, sobre todo, Victorino, quien “supo sacar la mejor parte de nosotros y eso me gusto, me quedé con la idea que como docente tenemos la oportunidad […] de guiarlos (a los alumnos) hacía un mejor camino”.
Ahora, mencionó, es otra época “en estos tiempos ser docente es un reto, porque los recursos son muy limitados, los jóvenes están dispersos con tantos distractores, el principal los teléfonos celulares, por lo que como maestros necesitamos renovarnos, actualizarnos”. Maestros como Brisa Espinosa Hernández, quien se interesa por los problemas y formación de sus alumnos, o como Bernardo Martínez, que todos los días llegan al aula decidido a conseguir que sus estudiantes se lleven un aprendizaje, son los que hacen que los adolescentes sepan que vale la pena estudiar y superarse en la vida. Por esos docentes, vale la pena celebrar este 15 mayo, el Día del Maestro.
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