EFE. A un mes de las elecciones más grandes de la historia de México, la campaña entra hoy en la recta final con una notoria movilización de ilustres empresarios en contra del favorito en las encuestas: el candidato de Juntos haremos historia, Andrés Manuel López Obrador.
Desde la selección de candidatos presidenciales en diciembre, la ventaja en los sondeos de López Obrador se ha mantenido inalterable e incluso va en aumento, lo que ha hecho que salten las alarmas en el sector empresarial.
Ni Ricardo Anaya ni el priista José Antonio Meade, han reducido las distancias con López Obrador manteniéndose ambos en segunda y tercera posición respectivamente.
Los mensajes de López Obrador se centran en la lucha contra la corrupción, la impunidad de la clase política y la inseguridad, así como acabar con lo que considera “la mafia del poder” que representan los dos partidos que han gobernado México: el PRI y PAN.
El magnate Carlos Slim criticó su posición sobre el Nuevo Aeropuerto, proyecto en el que su grupo empresarial participa, y los empresarios Germán Larrea, del grupo minero México, y Alberto Baillère, de la minera Peñoles y de la empresa Palacio de Hierro, han pedido a sus empleados razonar sus votos en lo que se considera un llamado a no sufragar por López Obrador.
Ni los dos debates de televisión del 20 de abril y 20 de mayo han modificado la dinámica de la campaña ni la ventaja en las encuestas que disfruta López Obrador, quien ha superado el techo del 40 por ciento y se acerca en algunos sondeos al 50 por ciento.
Anaya, por su parte, no llega al 30 por ciento y Meade ronda los 20 puntos en las preferencias del electorado.
Ante lo que muchos consideran una inevitable victoria de López Obrador, grupos de empresarios han comenzado a expresar abiertamente a sus empleados los riesgos para la economía de la llegada del izquierda a la presidencia de México.
Aunque López Obrador ha reiterado su respeto por los empresarios, no ha dudado en criticar a una “minoría rapaz” que se ha beneficiado de la corrupción gubernamental los últimos doce años, lo que ha sido rechazado por la cúpula empresarial del país.
Además, los empresarios y sus rivales políticos lo han señalado como populista y han dicho que sus propuestas están tan cercanas a Hugo Chávez/Nicolás Maduro que es posible que México se convierta en otra Venezuela.
Entre los temas mas controvertidos de López Obrador se encuentra su oposición a la construcción del Nuevo Aeropuerto de Ciudad de México o revisar las reformas estructurales de energía y telecomunicaciones aprobadas por el presidente Enrique Peña Nieto.
Su propuesta de convocar a las víctimas de la violencia para discutir una potencial amnistía a criminales, marcó el primer debate presidencial.
Meade, un tecnócrata sin militancia y funcionario de gobierno los últimos 20 años, fue elegido como candidato del oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI), que hace seis años volvió al poder con el triunfo del presidente Enrique Peña Nieto.
Durante la campaña, Meade ha destacado como un candidato sin negativos personales, pero que carga a sus espaldas con el desprestigio del gobierno y del PRI.
Meade dio una sacudida a su campaña justo antes del segundo debate con un relanzamiento y una dinámica más agresiva que lo mantiene en la contienda.
El candidato acusó a López Obrador de apoyar la candidatura al Senado de Nestora Salgado, ex dirigente de la policía comunitaria de Guerrero, encarcelada y liberada por cargos de secuestro y lo responsabilizó de llevar delincuentes al Congreso.
Anaya, de la coalición del conservador Partido Acción Nacional (PAN) y los izquierdistas Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Movimiento Ciudadano (MC), se ha mantenido en un segundo lugar.
Señalado en dos supuestos casos de corrupción y lavado de dinero que luego se desvanecieron, Anaya ha centrado su propuesta política en la posibilidad de ser el único que tiene la fuerza de derrotar a López Obrador en las urnas.
En el último tramo, el gran objetivo de los candidatos es atraer a los indecisos en los sondeos, alrededor del 28 % de los potenciales electores, según el promedio de las encuestas.
La campaña electoral cerrará el 27 de junio y el 1 de julio más de 89,1 millones de ciudadanos serán llamados a elegir al nuevo Presidente de México y otros 3.400 cargos más en todo el país, en los que ya son considerados los mayores comicios y más costosos de la historia.
El próximo presidente de México tomará posesión el 1 de diciembre de 2018 para un periodo de seis años que concluirá el 30 de noviembre del 2024.
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