El arte de saber vivir.- Los niños corren, suben, bajan, juegan, hablan, preguntan, piden, cuestionan, proponen, discuten, ríen, gritan. Por momentos, su actitud sumamente vital puede colmar de dicha a quienes permanecen alrededor, hasta que en algún momento les resulta difícil acompañarlos. Lo que sonaba a vitalidad ya parece demasiado. En ocasiones, la excesiva actividad del niño salta a la luz cuando juega en conjunto con otros, y resulta notable la diferencia, a veces son otras personas las que lo hacen notar, ya que quienes conviven con el niño están acostumbrados a su estilo.
¿Será un comportamiento normal, o será hiperactivo?
Un niño inquieto muestra curiosidad o interés hacia diferentes temáticas, entonces:
- Realiza múltiples actividades.
- Explora.
- Investiga.
- Pregunta.
- Cuestiona.
- Se concentra en aquello que le interesa (distinto de un monitor, pantalla, consola, tableta, teléfono móvil o iPad, que generan conductas de adherencia y adicción, no concentración propiamente dicha).
- Acciona sobre su entorno, probando sus hipótesis o suposiciones.
- Se cansa y descansa, aunque sea brevemente.
- Habitualmente duerme por la noche.
- Cumple con las pautas o las reglas que han sido planteadas claramente.
- Cuando transgrede las normas, sabe que lo está haciendo y busca un objetivo con su transgresión.
- La influencia de los padres
- Siempre es conveniente revisar el estilo de vida de los padres y las demás personas con las que el niño pasa tiempo de su día a día.
Los padres muy activos exponen ese modelo que los niños imitan. Puede haber entonces una cierta predisposición genética a la actividad intensa. Además hay dos características muy frecuentes en esta clase de padres y madres: suelen ser poco tolerantes a la inquietud natural evolutiva de los niños, y tener expectativas de un ‘comportamiento correcto’ exigentes.
Cuando las rutinas familiares tienen características caóticas o de notable desorganización, los niños suelen mostrar conductas inquietas como respuesta natural para expresar su malestar ante este medio ambiente en el que existe desorden habitualmente.
También ocurre cuando se improvisan las soluciones permanentemente y no existe una planificación que aporte al orden de las rutinas: entonces los niños desconocen cómo sigue su jornada y encuentras sorprendentes novedades que les impiden a ellos planificar su propia jornada internamente.
La inquietud natural
Evolutivamente, cuando los niños desarrollan nuevas habilidades, aparece una fase en el proceso de aprendizaje en la que naturalmente los lleva a repetir una y otra vez lo aprendido Es por esta razón que cuando aprenden a hablar se tornan verborrágicos y no se callan ni un instante, y cuando aprenden destrezas corporales insisten en practicar y perfeccionarlas.
El diagnóstico diferencial
Hay niños con características personales que pueden aparentar a simple vista un Trastorno por Déficit Atencional sin/con Hiperactividad (TDAH), pero que en rigor no lo padecen. Puede ser también que se trate de un niño con Altas Capacidades (AACC).
Prestar atención a su comportamiento, que si se torna molesto para el entorno en el que se desenvuelve o entorpece su rutina, podría estar manifestando alguna dificultad por la que el pequeño está atravesando, y podría estar buscando de este modo una mirada de mayor atención por parte de los adultos significativos para él.
Las observaciones de las personas cercanas a los chicos, que comparten tiempo con ellos, pueden ser de mucho valor por tratarse de puntos de vista ajenos a la mirada materna o paterna. Es bueno considerar las apreciaciones de profesores, amigos y parientes como un aporte maravilloso, reconociendo que un TDA/H es un trastorno que requiere de una evaluación específica realizada por profesionales idóneos que se han formado para ello: médicos pediatras o pediatras conductuales, neuropediatras, psicólogos infantiles especializados, pedagogos educadores o psicopedagogos formados en la temática, psiquiatras infanto-juveniles. Estos profesionales son quienes pueden aplicar los criterios que definen el trastorno y lo diferencian de los comportamientos normales y evolutivos que he mencionado al comienzo del artículo, considerando asimismo lo que ocurre en los diferentes entornos de la vida del niño.
Lo mejor de todo, es que, si llegaste hasta aquí, estás atenta/o e interesada/o en el desarrollo saludable de tus hijos o niños alrededor y, ¡esa es una hermosa manera también de cuidar con amor!
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