Muy Interesante.- Un nuevo estudio vuelve a confirmar este hecho alimentado por el fraude que relacionó vacunas y autismo en 1998.
Nueva herramienta contra los antivacunas. El estudio que alteró los datos sobre el historial de los pacientes y que provocó una ola de pánico hacia las vacunas que aún hoy continúa, ha recibido una nueva evidencia científica: un estudio danés a gran escala busca conexiones entre el autismo y la vacuna triple vírica no ha encontrado ningún enlace entre ambos, una vez más.
El furor que rodea a las vacunas y su relación con el autismo ha estado planeando sobre nosotros durante décadas. Un artículo publicado en 1998 describió por primera vez un vínculo entre la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola y el autismo. Tanto los hallazgos como los investigadores principales fueron completamente desacreditados. El autor del estudio que provocó la tormenta, Andrew Wakefield, fue despojado de sus credenciales clínicas y académicas.
A causa de su estudio -que sembró el pánico- las tasas de vacunación disminuyeron y aún hoy no han vuelto a los niveles necesarios para proteger adecuadamente a los niños contra las enfermedades. Y es que las historias de miedo son difíciles de olvidar y preocupantemente fáciles de perpetuar.
Anular todos los argumentos
Algunas personas han criticado estudios anteriores que no encontraron un vínculo entre la vacuna triple vírica y el autismo. Argumentan que, aunque la vacuna podría no aumentar el riesgo de autismo a nivel global, sí podría marcar la diferencia en los niños que ya tienen un mayor riesgo de autismo. Otro argumento común es que la vacuna está “asociada con una forma regresiva de autismo, lo que lleva a un agrupamiento de casos que se inician poco después de la vacunación con triple vírica”.
El equipo de científicos se propuso anular estos argumentos. Los hallazgos han sido publicados en la revista Annals of Internal Medicine.
Los investigadores, del Statens Serum Institut en Copenhague, Dinamarca, tomaron datos de un registro de población danés. En total, tuvieron acceso a datos de 657.461 niños; de estos, 6.517 recibieron un diagnóstico de autismo durante los 10 años de seguimiento.
Los datos
Los investigadores compararon las tasas de autismo en niños que habían recibido la vacuna triple vírica y los compararon con niños que no la habían recibido. Como se esperaba, no hubo aumento en el riesgo asociado con la vacunación. Del mismo modo, incluso en niños con un mayor riesgo de desarrollar autismo, dicha vacuna no representó ninguna diferencia.
Los factores de riesgo de autismo examinados por los científicos fueron: tener un hermano con diagnóstico de autismo, bajo peso al nacer, edad materna, paterna y tabaquismo durante el embarazo.
En análisis adicionales, también buscaron vínculos entre las distintas vacunas distintas de la triple vírica y el autismo; de nuevo, no encontraron ninguno.
Una de las principales fortalezas del estudio es la gran cantidad de individuos incluidos en el análisis. Según escriben los autores, el tamaño del estudio les permitió concluir que “es improbable que se produzcan incrementos mínimos en el riesgo de autismo después de la vacunación con triple vírica”.
Mirando al futuro
“Incluso ante la evidencia sustancial y creciente contra una asociación triple vírica-autismo, la discusión sobre el posible vínculo ha contribuido a la vacilación de la vacuna”, comentan con cierta frustración los expertos.
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