En la especie humana no solo los niños juegan, sino que también lo hacen los adultos, algo que no sucede en la mayoría de los mamíferos. Según investigadores de la Universidad Penn State (EE UU), esta conducta podría tener una explicación evolutiva, ya que “la capacidad de jugar de un macho indicaría a la hembra que no es agresivo y que no dañará a su descendencia”, aclara Garry Chick, coautor del trabajo.
Que una mujer conserve la capacidad de jugar, sería un signo de su juventud y fertilidad que le beneficiaría en la búsqueda de pareja, añade el investigador en un artículo que publica junto a sus colegas en la revista especializada American Journal of Play.
Para llegar a esta conclusión, los científicos pidieron a una serie de sujetos entre 18 y 26 años que valoraran las características que más les atraían en el sexo contrario. En el caso de las mujeres, en las primeras posiciones de la lista siempre destacaban “sentido del humor” y que su compañero fuera “juguetón”. Los resultados, concluye Chick, confirman que la capacidad de jugar de los adultos es resultado de la sección sexual y que poseer este rasgo “envía señales positivas a las potenciales parejas de larga duración”.
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