Lleva Jaime Labastida sus reflexiones de vida a “En el centro del año”

Notimex.- El objetivo central del poema “En el centro del año”, aseguró Jaime Labastida, es, al menos para él, aceptar la vida tal como es, con sus manifestaciones desagradables y su crueldad. “Me enfrento a ella con valentía y dignidad. No tengo una concepción optimista de la vida, pero dentro de todo ese sufrimiento que lleva consigo, es necesario mantenerme vivo y seguir adelante”, aseveró.

Jaime Labastida Ochoa (Los Mochis, Sinaloa, 1939), académico, poeta, periodista, ensayista y filósofo, apuntó lo anterior al comentar, su más reciente obra, “En el centro del año” publicada por la colección “La creación literaria” del sello Siglo XXI Editores. Es una suerte de autobiografía, en un cierto sentido, escrita con un acendrado profesionalismo poético y estricto rigor literario.

“Es un libro de poesía. Una amplia reflexión, sobre los problemas que me han aquejado a lo largo de mi vida. Inicia con un poema que tiene qué ver con, y está situado, en el Solsticio de Invierno, le sigue el Equinoccio de Primavera, el tercero en el Solsticio de Verano y el cuarto es el Equinoccio de Otoño. Uno final sintetiza a todos ellos y es “En el centro del año”, explicó más adelante el reconocido vate.

La pretensión, subrayó, fue hacer un buen libro de poesía, aceptable y legible para quien se quiera acercar a él. “Pretendo que esté bien realizado y responda a los intereses rítmicos y eufónicos que exige toda poesía bien hecha; es una obra para quien, habiendo leído aproximadamente las mismas cosas que yo, sienta las mismas inquietudes que esas lecturas me han provocado”, dijo Labastida.

Luego vino la reflexión filosófica: “La poesía es una forma profesional de escritura que exige de quien la escribe y de quien la lee, un proceso de aprendizaje y de conocimiento”. Y categórico, advirtió que “no soy partidario de dar cosas fáciles a la gente. Al contrario, creo que al pueblo se le debe dar lo mejor, y eso es lo que intento a través de la palabra, ofrecer calidad y rigor, ¡Un gran rigor literario!”.

Ejemplificó con claridad: “Nunca nadie ha pedido a un matemático que escriba para las masas, sino como se debe escribir una fórmula matemática, que al ponerla al alcance del público y los estudiantes, sea recibida con ese rigor científico. Lo mismo pasa con la poesía. Si el lector no capta desde el principio lo que el autor quiso señalar, tendrá que ponerse a estudiar para poder hacerlo”.

Por su parte, la casa editorial que ya lanzó al mercado esta obra informó que se trata de un poema insólito, edificado de modo novedoso, sin estrofas, como un continuo verbal a través del cual el poeta interroga a la naturaleza y a la existencia humana, uniendo los conflictos sociales con los personales. En el poema, dice, se cuestiona la función de la palabra en un diálogo constante con poetas y filósofos.