Notimex.- La fotografía de Héctor García (1923-2012) es una gran aportación a la historia de México, le da un sentido social como lo hicieron en su época, Modotti, Bremer, Álvarez Bravo, Yampolsky y muchos más que siguieron sus pasos y le dieron preeminencia a la calle, aseguró la escritora Elena Poniatowska.
En una charla que ofreció anoche en la Fundación Héctor García en esta ciudad, la destacada autora de origen francés recordó entrañablemente la vida y legado artístico del fotógrafo mexicano, justo en el día en el que hubiera cumplido 89 años.
En el tercer piso de dicho espacio el cual lució abarrotado, Poniatowska habló de la niñez de García, su incursión en la fotografía, sus viajes a Estados Unidos, su vida en la calle y como bracero, su muerte, sus retratos a diferentes personalidades de la farándula y la vida cultural y sobre todo, las escenas de la vida del país, en especial urbanas.
La autora de obras como “Hasta no verte, Jesús mío” y “La noche de Tlatelolco”, indicó que la obra fotográfica del artista de la lente, tiene un común denominador como la de los grandes fotógrafos del mundo; “es la preocupación social que jamás lo abandono y le daba un sello inconfundible”, señaló.
Como parte de la semana homenaje para celebrar el 89 natalicio del “pata de perro” como cariñosamente le llamaron sus amigos, Poniatowska afirmó que lo que llamaba a Héctor era la calle y lo de a pie.
“Fue bracero y compartió la suerte de los espaldas mojadas, retrató la sangre en la nieve a finales de la Segunda Guerra Mundial, trabajó en el mantenimiento de las vías del ferrocarril para los transportes de material de guerra en trenes y furgones.
Igualmente, abundó, “probó suerte en los Estados Unidos y para comer vendió sus zapatos; fue un aventurero, pues vivió intensamente toda una etapa de México, la de la construcción de un país que ha ido encontrando su camino”.
La escritora mencionó que tras su regreso a México de la unión americana, García trabajó como cargador de bultos de papel para un diario, así como en los cines de Churubusco y donde dijo, descubrió el significado de la fotografía, la actuación, el drama, las comedias, el juego de luces, la forma de perder, el tiempo, etcétera.
Siempre con una sonrisa, la Premio Romulo Gallegos 2007, también comentó que las escenas en el celuloide, “fueron parte de su escuela, el cine, su universidad de la vida, su prodigiosa vida de vida, su mentirosa vida de verdades”. Recordó que a Héctor García, nunca le interesó montar un estudio propio y poner luces y pantallas.
Por el contrario, aseguró, siempre le fascinaron las coristas del Teatro Blanquita, y retratar a Pedro Infante, Tin-Tan, Agustín Lara, María Félix, Dolores del Río, así como a las que fumaban en los camerinos y tardaban mucho en colocarse las pestañas postizas.
“También a las adorables gorditas, las que le preguntaba abrazándolo ¿Cómo estas amor de mi vida?”, expresó. Y es que según Poniatowska, lo que jaló a Héctor, fue la calle, las manifestaciones populares, el “ahí va el golpe” (de los cargadores), la rifa de pollos en la cantina, las riñas, los escándalos y la dulzura de la “quesadillera”.
Las fotos del artista, manifestó, no son chiripada, ni juegos de azar, sino el resultado de muchos años en la calle, muchas jornadas con la cámara al hombro, muchas horas en el cuarto, momentos de tensión, corretizas y persecuciones.
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