Notimex.- David Toscana (Monterrey, 1961) arrancó un pedacito de historia a la II Guerra Mundial, y con el genio literario que lo caracteriza, dio vida a una impactante novela, “La ciudad que el diablo se llevó”, donde “al final, aunque todo salió mal, todos se creyeron héroes”.
Terminada la segunda gran guerra, donde cuatro amigos se salvaron de morir, ahora deben sobrevivir a la reconstrucción de Varsovia. “Kazimierz”, “Feliks”, “Eugeniuz” y “Ludwik” tienen más de 70 años y no saben qué hacer consigo mismos. “Feliks” es un hombre que se oculta bajo su aspecto de niño.
De acuerdo con la trama del libro, que ya circula en México, cuando “Feliks” abre la puerta, frente a la visita de un desconocido, siempre escucha la misma pregunta: “¿Está tu papá?” Sin embargo, es un hombre casado y con dos hijos, capaz de ser la salvación, o la perdición, de los desconocidos con que se topa.
El salvó al grupo, pero se convertirá en un soplón y confesar que cualquiera es culpable con tal de salvar el pellejo; “Ludwik” es un sepulturero, quien hace servicios como prometer y cumplir a una anciana que cuando muera la sacará de la tumba en la que también está su esposo y la llevará al lado de su amante.
“Kazimierz” vive con una enfermera enamorada del soldado mutilado que un día atendió y que no sabe si sigue vivo o muerto. Ahora habitan en una casa que no les pertenece, y era de una familia judía y nadie reclama. “Kazimierz” va todos los días va al liceo, donde pronto le ofrecen un empleo de conserje.
Ante eso, duda y al estar frente a la secretaria, se avergüenza y se promete que solicitará empleo como profesor de astronomía, aunque no sepa nada del tema. El cuadro se completa con “Eugeniusz”, sacerdote que se sabe un santo capaz de resucitar a los muertos y otros milagros más, muchos raros y muy extraños.
La gente sigue siendo llamada a declarar; se firman confesiones sin ser leídas; se expropian y se allanan propiedades; se vende en una tienda de viejo lo que otros, muertos de seguro, perdieron o les fue arrebatado. En ese escenario, los cuatro sobrevivientes intentan descubrir qué pueden hacer con la vida que les queda.
Tal es la trama ideada en “La ciudad que el diablo se llevó” por Toscana, autor también de las novelas: “Las bicicletas” (1992), “Estación Tula” (1995), “Santa María del Circo” (1998), “Duelo por Miguel Pruneda” (2002), “El último lector” (2004, Alfaguara 2010), “El ejército iluminado” (2007) y “Los puentes de Königsberg” (Alfaguara 2009).
Autor también del libro de cuentos “Historia del Lontananza” (1997), su obra se ha traducido al alemán, árabe, griego, inglés, serbio y sueco. Algunos rasgos de su ficción son el fracaso, la soledad, los personajes puestos a prueba y una tendencia por jugar con la temporalidad del texto, sobre todo en sus novelas.
En 1994 formó parte del International Writers Program en la Universidad de Iowa, y del Berliner Künstlerprogramm. En Estados Unidos, “Santa María del Circo” fue reconocida como uno de los mejores libros del 2002. Actualmente es becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) de México.
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