Notimex.- El cineasta polaco Lech Majewski presentó hoy aquí su película “El molino y la cruz”, en la que rinde un homenaje al pintor Pieter Bruegel (1525-1569) y se adentra en la obra maestra “Camino al calvario” (1564).
La cinta protagonizada por Rutger Hauer, quien interpreta a Bruegel y se estrena en España el próximo 5 de diciembre, muestra la fascinación del director por el arte, en especial por el pintor de referencia, y la necesidad de transmitir imágenes y personajes de sus lienzos.
La película gira en torno a la pasión de Cristo situada en Flandes, bajo el reinado de España en esa región en el siglo XVI, la forma en que ejercían el poder y cómo se mezclan la vida los aldeanos en ese escenario que pintó Bruegel.
En rueda prensa, el realizador explicó que la película es un proyecto de cuatro años, pero que ciertamente encontró apoyos, desde el crítico de arte Michael Gibson que escribió un ensayo sobre esa pintura, hasta los actores protagonistas y extras.
En la cinta intervienen Charlotte Rampling, que interpreta a la virgen María, y Michael York en el papel de Nicholas Jonghelinck, amigo del pintor que se mezcla con los personajes para ir tejiendo su cuadro a partir de las escenas que se reproducen en una aldea.
Comentó que uno de los mensajes de la película es “que la naturaleza humana sigue igual”, y que a pesar del progreso a partir de la inteligencia, el ejercicio del poder sigue igual y hay retrocesos en aspectos del espíritu, como es el propio arte.
Indicó que el primer año el trabajo de la película se intensificó en la producción del vestuario, para el que se contrató a 40 costureras del campo polaco que trabajaron a mano con telas elaboradas a partir de tintes vegetales para hacer la ropa de los 500 personajes del cuadro de Bruegel.
La segunda etapa fue la localización del espacio, para el que estudió las diferentes capas y dimensiones en que Bruegel colocó a los personas (siete perspectivas en total) y encontró los escenarios en Polonia, República Checa y Austria, y los cielos y nubes en Nueva Zelanda.
El proceso de composición se llevó más de dos años, en un trabajo parecido a crear un tapiz digital, en el que tuyo el soporte de profesionales gráficos que participaron de la iluminación.
Sobre la música, el cineasta apuntó que compuso “sonidos para viajar en el tiempo” para evitar el exceso de musicalización y cualquier percepción de que se elaboró con máquinas o instrumentos actuales.
De esta experiencia, Majewski aseguró que le queda saber que artistas como Bruegel “no mueren” porque convivió con él durante cuatro años en que realizó el proyecto, y la comunicación con él es mejor de la que tiene actualmente con muchos de sus contemporáneos.
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