Salud personal: En el combate a la obesidad, el tamaño de las bebidas sí importa

Written by Redacción. Posted in Minuto a Minuto, Reportajes

Published on noviembre 07, 2012 with No Comments

NUEVA YORK – Recientemente conocí a una joven esbelta y consciente de la salud que insistía en que el tamaño de las bebidas endulzadas con azúcar no debería ser legislado.

“Lograr que la gente beba menos de ellas debería conseguirse a través de la educación”, dijo.

Es una opinión compartida por muchos más. Algunos quizá no tengan conocimiento del papel que estas bebidas está desempeñando en la creciente epidemia de obesidad y diabetes Tipo 2. Pocos conocen la decepcionante historia de los esfuerzos por cambiar el comportamiento únicamente a través de la educación.

La mujer estaba reaccionando a una regulación de la Ciudad de Nueva York, que entrará en vigor en marzo, limitando a 16 onzas (454 gramos, 473 mililitros) el tamaño de los refrescos endulzados con azúcar en restaurantes, carritos callejeros, salas de cine y eventos deportivos. Las tiendas de conveniencia, máquinas expendedoras y algunos puestos de periódicos están exentos.

Varios nuevos estudios subrayan el potencial para la salud pública de la restricción. Si tiene éxito, es probable que sea copiada en otras partes, porque el romance de la nación con los refrescos azucarados de súper tamaño está costando a las ciudades y estados de Estados Unidos miles de millones de dólares anualmente en atención médica.

LOS GOLOSOS ENLOQUECEN

Todos nacemos con una preferencia natural por lo dulce, lo cual a través de la evolución nos permitió conocer cuando las frutas estaban maduras y listas para ser comidas. Pero como lo dijo Gary K. Beauchamp, un biosicólogo y director del Centro Monell de los Sentidos Químicos en Filadelfia: “Hemos separado el buen gusto de la buena comida”. Nuestro gusto por lo dulce ya no está funcionando en nuestro provecho.

Nadie afirma que las bebidas endulzadas con azúcar sean la única razón de que los estadounidenses estén más gordos y hayan desarrollados tasas más elevadas de diabetes Tipo 2. Pero en ningún momento en la historia hemos ingerido más endulzantes calóricos que en la actualidad, y los refrescos con el principal culpable.

Las bebidas endulzadas con azúcar, la fuente individual de calorías más grande en nuestra dieta, representa casi la mitad de los azúcares añadidos totales que consumimos y 7 por ciento de nuestras calorías totales; casi 15 por ciento en algunos grupos, incluidos varones adolescentes. Investigadores de la Universidad de Wisconsin reportaron en 2005 que el estudiante promedio consume 31 libras, o 14 kilos, de azúcar en bebidas endulzadas anualmente.

Coca-Cola alguna vez se vendió en botellas de 8 onzas con 97 calorías. Actualmente, la gente compra latas de 12 onzas con 145 calorías (el equivalente a 10 cucharaditas de azúcar de mesa); botellas de 20 onzas con 242 calorías; Big Gulps de 32 onzas con 388 calorías; Super Big Gulps de 44 onzas con 533 calorías; y Double Gulps de 64 onzas con 776 calorías. Son pequeñas las diferencias de precio entre estas opciones.

Estas calorías carecen nutricionalmente de valor, a diferencia de las de las frutas, las verduras, la carne, el pollo, el pescado y los productos lácteos, todos los cuales son fuentes de nutrientes esenciales que sustentan la vida.

Barbara J. Rolls, profesora de ciencias nutricionales en Penn State, ha demostrado que las calorías líquidas carecen de un “factor de saciedad” suficiente. Cuando las personas beben refrescos, no los compensan adecuadamente ingiriendo menos calorías a través de los alimentos sólidos.

Brian Wansink, director del Laboratorio de Alimentos y Marcas en Cornell, dijo que las bebidas no son tan llenadoras como los alimentos sólidos porque carecen de textura y “sensación bucal”, y “tendemos a consumirlos con tanta rapidez que no las registramos”.

Muchos estudios de observación han vinculado el consumo de bebidas endulzadas con azúcar a la ganancia de peso en los niños, y a la ganancia de peso y la diabetes Tipo 2 en los adultos. Pero la nueva investigación va mucho más allá de esas conclusiones.

En un estudio entre mujeres seguidas durante cuatro años, consumir una o más de estas bebidas por día casi duplicó el riesgo de desarrollar diabetes Tipo 2, comparado con mujeres que bebieron menos de una al mes. Y los autores concluyeron que quienes bebieron más bebidas azucaradas también “incrementaron la ingesta energética” – es decir, calórica – “proveniente de otros alimentos, indicando que estas bebidas quizá incluso induzcan el hambre y la ingesta de alimentos”.

Dos estudios recientes publicados en The New England Journal of Medicine analizaron los efectos sobre el peso en niños y adolescentes cuando las bebidas libres de azúcar fueron sustituidas por aquellas con endulzantes calóricos. En ambos casos, limitar las calorías líquidas dulces redujo la ganancia de peso en los niños, comparado con aquellos que siguieron consumiendo bebidas azucaradas,

Los autores de uno de los estudios, realizado en Holanda, señalaron: “Los niños en Estados Unidos consumen en promedio casi tres veces más calorías de bebidas endulzadas con azúcar”, comparados con los niños holandeses.

Poco después del final del otro estudio, realizado entre adolescentes en el área de Boston, los jóvenes volvieron a consumir las bebidas azucaradas fácilmente disponibles, lo cual habla de la importancia de tanto la educación como la regulación. El autor principal, el doctor David S. Ludwig, dijo que las conclusiones enfatizaban la necesidad de cambios en las políticas públicas.

“Sugiere que si queremos cambios a largo plazo en el peso corporal, necesitaremos hacer cambios permanentes a largo plazo en el entorno de los niños”, dijo a The New York Times cuando se publicó el reporte.

Un tercer estudio, publicado con los primeros dos, encontró un vínculo importante entre la genética y los efectos de las bebidas azucaradas sobre el peso. Hombres y mujeres con una predisposición genética a ganar peso experimentaron un efecto más pronunciado por las bebidas endulzadas con azúcar que las personas que carecían de 32 genes asociados con un mayor índice de masa corporal.

MEJORANDO LOS HÁBITOS DE SALUD

La educación importa. Si yo no creyera eso, desde hace mucho tiempo hubiera abandonado mi papel como educadora de salud pública. Pero la historia claramente demuestra que la educación no es suficiente. Debe ser acompañada por restricciones que frenen los hábitos poco saludables y con cambios ambientales que fomenten hábitos más saludables.

El tabaquismo es un ejemplo clásico. Los reportes bien promovidos que documentaban sus riesgos – incluso advertencias en los paquetes de cigarrillos – hicieron relativamente poco por lograr que la gente dejara de fumar e impedir que otros adquirieran el hábito. No fue sino hasta que el fumar fue prohibido en los lugares de trabajo, los restaurantes, los edificios públicos y los medios de transporte que millones de personas lo abandonaron. Hoy, sólo uno de cada cinco varones estadounidenses fuma, muy por debajo de uno de cada dos hace 40 años.

Así como la industria tabacalera refutó el vínculo entre el tabaquismo y el cáncer pulmonar durante años, la Asociación Estadounidense de Bebidas dice que no hay prueba alguna de que las bebidas azucaradas sean factores importantes en la obesidad y la diabetes.

Pero ¿por qué esperar décadas por evidencia concluyente, para cuando millones habrían enfermado o muerto por obesidad? No es que no haya alternativas fácilmente disponibles a las bebidas endulzadas con azúcar, incluidas aquellas con endulzantes no calóricos y aguas con y sin carbonación, con sabor o simples. Si esas bebidas fueran menos costosas y se exhibieran de manera prominente, y más locales de venta limitaran el tamaño y disponibilidad de las bebidas azucaradas, pudiéramos empezar a transitar el sendero tan recorrido durante nuestros esfuerzos antitabaquismo.

No Comments

Comments for Salud personal: En el combate a la obesidad, el tamaño de las bebidas sí importa are now closed.