Es un reconocimiento al aporte de Moncayo a la cultura nacional

Written by Redacción. Posted in Minuto a Minuto, Sociales

Published on noviembre 24, 2012 with No Comments

Notimex.- Juan Antonio Santoyo Alcántara, profesor de Piano, Lectura a Primera Vista y Música de Cámara en el Conservatorio de las Rosas, aseguró que trasladar los restos del compositor Jalisciense José pablo Moncayo (1912-1958) a la Rotonda de las Personas Ilustres “es un gran reconocimiento, tardío, al aporte del maestro a la cultura nacional”.
Entrevistado en el patio del Conservatorio, el profesor acotó que “sus obras son representativas de la música nacionalista mexicana, por lo que me parece un motivo de gusto, alegría y satisfacción que se le reconozca con el traslado de sus restos a la rotonda de las personas Ilustres”.

Recordó que entre sus obras destacan “Pequeño nocturno” (1936), “Amatzinac” (1937), “Sonata para violín” (1937), “Sinfonía No. 1” (1944), “Sinfonieta” (1945), “Tres piezas para orquesta: Feria, canción y danza” (1947) y “Homenaje a Cervantes” (1947). Sin embargo, agregó, la más famosa de sus obras y la más reconocida, es “Huapango” (1941).

Santoyo: “Mi obra favorita, aunque el Huapango me gustas mucho, es Tierra de temporal, un poema sinfónico. Ahí se refleja ampliamente que José pablo Moncayo era un gran orquestador. Sus colores orquestales, sin ser propiamente novedosos, son muy bellos y lástima que el Huapango sea casi la obra exclusiva que de él se conoce, pero en realidad tiene un gran repertorio”.

José Pablo Moncayo, ilustró el profesor del Conservatorio de las Rosas (institución que ocupa el mismo inmueble donde en 1743 se fundó, en la ciudad de Valladolid de Michoacán el Colegio de Niñas de Santa Rosa de Santa María), “era director de orquesta, tocaba un poco el violín, y como buen compositor, tocaba magistralmente el piano”.

José Pablo Moncayo García nació en Guadalajara y mientras estudiaba en el Conservatorio Nacional, para sostenerse trabajó como pianista en cafés y en la incipiente radio comercial.

En 1931 ingresó como percusionista a la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de México, a la que dirigió en cinco ocasiones, de 1936 a 1947, y fue su subdirector y director artístico de 1945 a 1947.

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