Notimex.- El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) emprendió y en su caso consolidó en 2012, acciones tendientes a salvaguardar el tesoro cultural de la nación, a través de la adquisición de cinco fondos bibliográficos y el remozamiento de inmuebles para el uso público.
Con la idea de que el libro electrónico no va a sustituir al de papel, pero sí es una amenaza para la conformación de bibliotecas personales, el Conaculta le apostó en 2012 a la compra de los acervos personales de Jaime García Terrés, Alí Chumacero, Carlos Monsiváis, Antonio Castro Leal y José Luis Martínez.
Por el fondo bibliográfico Jaime García Terrés, integrado por 19 mil 386 libros, mil 98 publicaciones periódicas y un archivo personal, que incluye poesía mexicana y literatura española e inglesa, Conaculta pagó 16 millones de pesos y lo tiene en la Biblioteca de México junto a los demás.
Entre sus títulos destacan cerca de 500 ediciones autografiadas por Premios Nobel de Literatura como Octavio Paz y Gabriel García Márquez, e integra las firmas de otros grandes autores como León Felipe, Alfonso Reyes, Rómulo Gallegos, Rosario Castellanos, Augusto Monterroso y Ernesto Sábato.
El de Alí Chumacero suma 50 mil volúmenes entre publicaciones periódicas, libros y folletos. Las principales temáticas que conforman la colección son: culturas de la antigüedad, literatura, historia, antropología, filosofía, psicoanálisis, arte, ciencias sociales y espiritismo, y ya pueden ser consultadas.
Sobresalen facsímiles de códices, obras sobre arte y escuelas artísticas de muy diferentes países del mundo. Entre los volúmenes más antiguos se encuentran las Obras espirituales de San Juan de la Cruz, publicada en 1703, y el célebre Diccionario de Gramática, de Antonio de Nebrija, editado en 1792.
Por su parte, el acervo del escritor, periodista y cronista Carlos Monsiváis, con más de 24 mil libros y publicaciones periódicas, incluye cuento, teatro, novela y poesía. Volúmenes de gran formato, ilustrados, de fotografía, arte y grabado, así como obras sobre cine y ciencias sociales, y una rica hemeroteca de muchos años.
Cuenta con textos invaluables como “Compendio della vita di S. Luigi Gonzaga della Compagnia di Gesu”, de Virgilio Cepari, que data de 1792, y “El crimen de Santa Julia: Defensa gráfica”, de Francisco A. Serralde publicado en 1899, entre otros títulos de alto valor histórico, literario y artístico en más de un sentido.
Otra biblioteca adquirida es la de Antonio Castro Leal, integrada por 50 mil materiales aproximadamente, de éstos, 38 mil son volúmenes y un fondo documental con cerca de 10 mil documentos, entre revistas, folletos, boletines, periódicos y mapas que el intelectual fue acumulando a lo largo de su vida.
Tiene poesía mexicana del siglo XVI hasta finales del siglo XX; literatura española del Siglo de Oro con autores como Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Francisco de Quevedo, Luis de Góngora, Juan Ruiz de Alarcón, así como obras de los siglos XIX y XX, como Antonio y Manuel Machado.
El fondo bibliográfico José Luis Martínez, por otro lado, posee la más amplia colección de literatura, cultura e historia de México. El acervo contiene además libros antiguos y objetos personales del historiador y bibliófilo, pues se sabe que su pasión fue conservar ese legado para las nuevas generaciones lectoras.
La vasta colección de libros, revistas, mapas, recortes y documentos, que el escritor reunió contiene 73 mil 500 materiales bibliográficos, de los cuales más de 48 mil son libros y están al alcance de estudiantes, investigadores y toda clase de público, pues la idea es poner esos tesoros al alcance de los mexicanos.
Por otro lado, durante 2012 Conaculta apostó también por la remodelación de inmuebles públicos bajo su custodia. De esa forma, emprendió trabajos en la Biblioteca México “José Vasconcelos” que ocupa una superficie de 26 mil 500 metros cuadrados, y para lo cual se invirtió una cantidad millonaria única.
La primera fase representó una inversión en pisos y fachadas de 18 millones 425 mil 349.23 pesos, cubiertas de 14 millones 997 mil 609 pesos, instalaciones eléctricas 10 millones 998 mil 880.10 pesos, instalaciones hidráulicas 12 millones 192 mil 865.37 pesos, entre otros gastos, que dejarán a ese inmueble histórico apto para dar servicio durante largos años.
La actual biblioteca fue en sus orígenes la Antigua y Real Fábrica de Tabaco que tuvo sus antecedentes en la Real Orden de Carlos III, del 20 de abril de 1776, con la que se aprobó la construcción de un local específico para la fabricación de tabaco, por medio de la cual se asignaban 20 mil pesos anuales.
El edificio fue construido en el ejido de Atlampa, que era un barrio prehispánico conformado por chinampas. Por tal motivo se optó por una cimentación a base de un sistema de bóvedas de mampostería apoyadas sobre una plataforma de lajas de piedra volcánica, muy probablemente del cerro de Chapultepec.
Fue concluido en 1807 y sólo funcionó como fábrica hasta 1815 y luego fue habilitado como cárcel política. Ahí estuvo preso José María Morelos y Pavón antes de ser fusilado en Ecatepec. Por su ubicación estratégica y su carácter de fortaleza, su destino fue luego el de plantel militar durante la Independencia.
Rescatado de su uso militar por José Vasconcelos en 1946 para fundar su tan anhelado proyecto cultural y educativo, la Biblioteca de México hizo varias modificaciones en las cubiertas de algunas crujías para aumentar el nivel de iluminación natural. Ahora, luce una cara moderna y con tintes vanguardistas.
Finalmente, el fomento a la lectura fue otra línea de acción del Conaculta este año. A través de su Dirección de Publicaciones (DGP) tuvo las tareas precisas de desarrollar, publicar y difundir una oferta editorial enfocada a satisfacer las necesidades de los múltiples públicos, mediante colecciones pertinentes.
Igualmente, se empeñó en incentivar la creación literaria en todo el territorio nacional, dando espacios y proyección tanto a la obra de jóvenes autores como a la de escritores consagrados, y definió y aplicó estrategias de fomento a la lectura que impactan ya en los hábitos de los diversos sectores poblacionales.
Además, se dedicó a la tarea de involucrar en proyectos específicos a las más diversas instancias gubernamentales y a los agentes del desarrollo editorial y la formación de lectores, como autores, editoriales, asociaciones, organizaciones civiles, docentes, académicos, y promotores, entre otros, para lograr sus metas.
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