Prensa Latina.- Su cine cruza, como pocos, la misteriosa línea entre realismo y poesía, le llaman el sucesor natural de Bergman y llega con sus 81 años al Festival de Guadalajara, con el garbo de saberse un clásico en vida, un maestro: su nombre es Jan Troell.
El director sueco se pasea por la Expo de Guadalajara, en el ambiente bullicio del Festival, consciente de que todos los ojos se fijan en él, que se hace un silencio cómplice y los cuchicheos y las miradas cambian a su paso.
Incluso para quien no lo conozca ni haya visto alguna de sus 24 películas, o sepa que es uno de los referentes del séptimo arte en el mundo, Jan Troell no es un hombre que pueda pasar desapercibido mientras camina por la sede del evento.
“Ya no estoy para estos viajes, pero no podía desaprovechar la oportunidad de volver a América Latina, de estar en contacto con los jóvenes”, aseguró en un breve intercambio con Prensa Latina.
Troell dejó por unos días el frío polar sueco, cruzó el Atlántico y llegó a la ciudad tapatía por un doble homenaje: el Festival se dedica este año a los países nórdicos y él mismo recibió el Mayahuel Honorario Internacional, la máxima distinción entregada aquí por la obra de la vida.
El autor de clásicos como Migrantes, de 1971, y El nuevo mundo (1972), dijo sentirse muy satisfecho por recibir este homenaje “del otro lado del mundo”, lo que consideró una muestra del poder del cine más allá de las lenguas y las fronteras.
Como parte del reconocimiento, el Festival de Guadalajara organizó una muestra de su obra, que incluye desde su primera película, 4X4, hasta su más reciente producción, The Last Sentence, que será exhibida hoy.
También será este martes uno de los invitados a los talleres del Talent Campus, el evento de formación del evento, destinado a jóvenes cineastas y críticos de Latinoamérica.
“Tengo expectativas por ese intercambio con los jóvenes, creo que a mi edad me queda mucho que aprender de ellos,” afirmó.
Troell, nominado al Oscar en varias ocasiones, fue merecedor de un Oso de Oro por su cinta Quién dijo que él murió, en 1968, y también en Berlín obtuvo el Oso de Plata al Mejor Director por la controvertida Il Capitano: Un réquiem sueco, sobre el asesinato de una familia.
Estará aquí hasta el próximo 9 de marzo, cuando, como cada año, la tierra de los mariachis y el tequila se convierte en la capital del cine iberoamericano.
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