Notimex.- La novena sesión concertina del ciclo “Alterna Jazz. Música sin categorías” de anoche –Sala Telefónica del Centro Cultural Roberto Cantoral de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM)– se convirtió en una muestra de los enlaces del funk con sonoridades heterodoxas del jazz, rock, pop, free y música noise.
Recital que contó con la presentación de la banda mexicana The Swing Machine (Hernán Hech, batería; Patricio Peña, teclados; Benjamín García, bajo eléctrico, y Ramón Gómez, guitarra eléctrica), encargada de abrir el programa, y el ensamble de New York, Trío Feral (Barney McAll, líder/tecladista; Bill Campbell, batería, y Jonathan Maron, bajo eléctrico).
Primera Parte. The Swing Machine. Bloque presidido por un reiterativo groove funk del bajo en el que la guitarra eléctrica empalmó variaciones de balada, rock y pop. Batería con ímpetu y teclados en oscilaciones coloridas.
Banda de singulares índices que demostró vigor desde cismáticos apuntes armónicos en el pulso de la guitarra y clústeres del tecladista que dibujaron enunciaciones de arrobada modernidad. Baterista de oficiosa referencia a DeJohnette y ataques de privativa raigambre songuera.
Ejecutaron cuatro piezas articuladas en un único apartado (“Gravedad”, “Despertar”, “Transformación”, “Preich”) de autoría y orquestación colectiva complementadas con la proyección de imágenes de un video de la artista plástica Virginia Arigón.
Intermedio. Notimex se acercó a la pianista de jazz colombiana Ana Torreblanca Messidor, quien declaró: “¿Esto es jazz? Será que ya me estoy poniendo vieja. Acabo de escuchar una sugerente arenga funk que ya al final me pareció cansina: percibí pocas concordancias jazzísticas”.
Segunda Parte. Trío Feral. Manifestación de un lúdico performance en el que juguetes, máscaras y efectos visuales protagonizaron una ronda de ecléctica prosodia orquestal. Instrumentación de sonoridad elíptica en un timbre de oscilaciones entre pausas rítmicas y melodías superpuestas de incitadora belleza.
Se produjo un momento culminante cuando el tecladista (piano acústico, sintetizador, teclados, órgano) expuso, en escalas menores, un instigador pasaje ibérico de evidentes acuses de Chick Corea con amalgamas clásicas de Granados y De Falla.
Constantes regodeos al Herbie Hancock de Heads Hunter, manifestados en el timbre orquestal y en las redundancias funk. Graciosas las intervenciones del muñeco de McAll y singulares tabaleos de Campbell, quien no oculta sus deudas con Max Roach y Billy Cobham.
Indiscutibles las destrezas del líder McAll para sacarle jugo a todas las posibilidades de los conformes en la práctica de los teclados. Su mejor presupuesto está en el piano acústico con alocución coreana por momentos, y enamorada proporción de Barron, Zawinul, Garner y, por supuesto, Hancock.
Ovación total de una sala a menos de un tercio de su capacidad. McAll obliga a su muñeco a despedirse y camina cabizbajo al camerino. Buen concierto, digamos que “correcto”. Atisbo al trabajo de un Trío muy demandado en los espacios del jazz estadunidense.
Se anunció para el próximo 16 de mayo, el décimo programa de Alterna Jazz con la incursión del guitarrista Adam Rogers y su grupo; la banda mexicana invitada será el Tom Kessler Trío. Por ahí nos veremos.
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