OSN cautiva con obras de Ginastera, Chaikovski y Revueltas

Written by Redacción. Posted in Minuto a Minuto, Sociales

Published on abril 27, 2013 with No Comments

La Orquesta Sinfónica NacionalNotimex.- La Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) presentó la noche del viernes el programa No. 10 de la Temporada Anual de Conciertos 2013 con lleno total en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes. La gala fue conducida por Carlos Miguel Prieto, quien contó con el músico afincado en Israel (nacido en Ucrania) Vadim Gluzman como violinista invitado.

“Suite del ballet ‘Panambí'”, de Alberto Ginastera (1916-1983), “Concierto para violín y orquesta” (Allegro moderato, Canzonetta, Finale: Allegro vivacissimo), de Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893), y “La noche de los mayas” (Noche de los mayas, Noche de jaranas, Noche de Yucatán, Noche de encantamiento), de Silvestre Revueltas (1899-1940), fueron las composiciones mostradas.

Un autor argentino insertado dentro de la corriente expresionismo nacionalista, un notorio representante del romanticismo ruso y una de las grandes figuras del modernismo sinfónico mexicano protagonizaron, respectivamente, la recepción con las peculiaridades de sus anuencias y conformes concertinos.

El recital comenzó con las prosodias del bonaerense Ginastera, considerado como representante clave del siglo XX dentro de las coordenadas de la música académica latinoamericana: ballet, ópera, piezas orquestales, música de cámara, y, asimismo, obras para piano, guitarra, órgano y coro conforman un singular inventario que los musicólogos han distribuido en tres etapas: nacionalismo objetivo, nacionalismo subjetivo y neo expresionismo.

La “Suite del ballet ‘Panambí'” se inscribe, indiscutiblemente, en un proyecto compositivo que finca sus raíces en melodías y ritmos de las culturas tradicionales rioplatenses (nacionalismo objetivo). Precisamente, el ballet “Panambí” está inspirado en una antigua leyenda guaraní.

La orquesta entró a las coordenadas de esta pieza desde el sugerente susurro de los metales que dan cabida a las cuerdas y arpas con vibrato de atmósfera caleidoscópica encumbrada en alternativas enunciaciones de flautas sinuosas, percusiones punzantes, glissandos de los trombones y puntillismo de instigador colorido instrumental poblado de provocativas disonancias.

Cadenza sostenida en seductor solo del primer violín trazado en líricos realces. El Stravinsky de “La consagración de la primavera” merodea algunos pasajes, desde una estética de amagos seriales y gradaciones contrapuntísticas (interacciones melódicas/armónicas), las cuales delinearon un brioso introito de la sinfónica.

Uno de los más conocidos y cotizados conciertos para violín dio pasó a la segunda parte de la velada. El autor de “El lago de los cines” en una pieza desmesurada y hermosa, vibrante y delicada, exaltada y lenitiva, trivial y solemne, lóbrega y cristalina… La OSN, Gluzman y Prieto enfrentaron todas las onduladas esquinas de esta obra magistral con íntegra “concordia sentimental”.

Alistaron las cuerdas atisbos del leitmotiv que Gluzman completó con absoluto manejo técnico. Arenga de flautas, fagotes, oboes, trompas y clarinetes escoltando una conmovedora melodía que las cuerdas de la orquesta hilvanan con acusada disertación. Solo del violín solista que pone en vilo al recinto. Allegro moderato: enjambre de emociones que el solista transmite con efusivos gestos y radiante sonoridad.

Canzonetta coral (segundo movimiento) sostenida por una severidad inicial en los acordes de los vientos de costura breve que posibilita la recreación de un motivo tradicional ruso. Uno de los más hermosos instantes de la música romántica: gozo suspendido, empinado en el balbuceo de una paloma nómada: la belleza existe cuando Dios conversa desde el silencio.

Puente entre el Allegro moderato y el Allegro vivacissimo (Finale). Concierto de exigencia virtuosa, quizá con algunos sondeos ordinarios en la formalidad ejecutante que, sin embargo, el intérprete radicado en Israel supo humedecer con soliviantada elucidación.

Finale de múltiples variaciones que la sinfónica desbordó con brioso parlamento orquestal. Ejecución de rapidez pasmosa que el director Prieto asiente con guiños cómplices. Ovación total. Cinco salidas del ucraniano que lo llevan a la ejecución de “Sarabanda”, (“Partita No. 2”, de Bach) desde ensimismada dicción.

Durante el intermedio, en entrevista, el violinista y antropólogo de origen francés Hervé Prado, presente en el convite, manifestó: “Ha sido hasta ahora, una gran noche de la Orquesta Sinfónica Nacional y de su director artístico Carlos Miguel Prieto. La técnica y sensibilidad de Vadim Gluzman no necesitan comentario: concertino categórico por donde quiera que uno lo escuche y vea”, precisó el artista galo.

Tercera llamada. “La Noche de los mayas”, de Silvestre Revueltas Sánchez: director de orquesta considerado el más influyente músico mexicano del siglo XX. La trascendencia y particularidad de sus piezas para formato de cámara y otras composiciones lo sitúan como el mejor compositor latinoamericano de todos los tiempos, según Peter Garland.

Para muchos musicólogos, Revueltas es el único compositor de genio que ha tenido México. A 50 años después de su muerte, años 90 del siglo pasado, comenzó el interés por las obras de este compositor/violinista, quien siempre rechazó los parámetros estéticos del Nacionalismo Mexicano.

Concluyó la función con una de las grandes piezas de la música mexicana de concierto de briosa concepción rítmica que invoca a la antigua civilización maya desde alharacas polirrítmicas afroantillanas.

Precisión espiritual desde el proceloso preludio de las percusiones, la glosa de los vientos y la progresiva sinuosidad de ritmos sincopados y modulaciones de obsesiva distribución instrumental: construcción de cadencias superpuestas hasta un clímax que establece una suerte de florido y frenético fragor.

Ciertos halos stravinskianos y mudanzas en las figuraciones de los compases en disparidades de dinámicas enunciaciones y expresivo nervio orquestal. Final que presagia una suerte de algarada acompasada de metafóricos valores tímbricos: complejidades internas en los empalmes instrumentales que dibujan un primitivismo de paradójica y hermosa belleza.

Ejecución virtuosa de la composición musical mexicana preferida de muchos conductores de prestigio internacional (Stokowski, Bernstein, Dudamel…). Cuatro noches de delirantes y excitantes retumbos que cita, en la “Noche de Yucatán”, al célebre canto precolombino “Konex, konex”.

Este viernes, Prieto presentó un arreglo con un ensamble de percusiones invitado que alcanzó bajamares rítmicos/armónicos de resonancia magistral en “Noche de encantamiento”. Conductor casi en una actitud bailable ante los tabaleos gozosos de los jóvenes intérpretes.

La entrañable composición del “Gustav Mahler mexicano”, según el director austriaco Erich Kleiber, dio el toque final a un concierto que será recordado por mucho tiempo. Ovación total. Cinco salidas de Prieto, quien regala un ramo de flores a la percusionista del conjunto invitado.

Noche del violinista Vadim Gluzman; pero, también de Prieto, de los jóvenes percusionistas y de una Orquesta Sinfónica Nacional cada vez más convincente. El convite se repite el domingo 27 a la 12:15 horas. Vale la pena darse una vuelta por Bellas Artes.

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