La tarima estaba lista y las luces preparadas, pero la firma no se produjo. El Pacto por un México Digital es una de las iniciativas más esperadas en un país y una sociedad que sufre de apartheid tecnológico. Las cifras son duras: 80 millones de personas no tienen ninguna posibilidad ni capacidad de conectarse con la era digital. Y de los cuarenta millones que lo pueden hacer, un gran porcentaje se lo debe a las escuelas donde estudian o a las oficias donde trabajan.
Tener una buena conexión desde casa o desde un teléfono móvil, es una realidad aún lejana en un México que se quiere consolidar como potencia emergente en la arena internacional.
Imposible de lograr, sin embargo, al estar desconectado de la galaxia 3.0. De ahí la iniciativa del gobierno del, Presidente Enrique Peña Nieto, de idear el Pacto por un México Digital, iniciativa que busca formalizar los esfuerzos entre academia, gobierno e industria y establecer los ejes de acción para el desarrollo de México a través de las tecnologías de la información. “Es una meta muy ambiciosa, pero no se resuelve únicamente con buenos deseos. El contexto del acceso a Internet y a todos los servicios digitales que existen en el mundo, sólo se da en la urbe de México y entre el sector de la población que tiene los ingresos suficientes para costear la conexión y los equipos. Algo muy reducido”, explica Alejandro Fuentes, Editor Jefe de la firma MSN México.
Si bien México, en el contexto latinoamericano, tiene algunos de los mejores indicadores económicos, desde el punto de vista del acceso a la tecnología, presenta niveles mediocres. Lo que se llega a destinar del Producto Interno Bruto en inversión digital, es inferior al de Perú, por ejemplo.
“Es una realidad crítica”, explica Fuentes. “De los 40 millones de personas que tienen acceso a la digitalización, muchos lo logran gracias a los lugares donde trabajan, no en sus casas. Es importante entenderlo. Porque si bien hay 40 millones de usuarios de internet en México, la mayoría de ellos son jóvenes y solamente tienen acceso a Internet cuando están en su escuela. Un dato revelador, porque en ese sentido la digitalización es todavía menor a lo que revelan las cifras actuales”. Los principales ejes del Pacto Digital refieren a la aplicación de mejores políticas públicas en favor del desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en industria y gobierno, la creación de un ecosistema transversal para el emprendimiento digital y la formación de personas competitivas en la economía digital y la sociedad del conocimiento.
El peso de la brecha digital
Esta sociedad del conocimiento, en el caso de México, es muy joven. Y está excluida de su conexión online. La ecuación en sencilla: Una sociedad no digitalizada es una sociedad menos democrática.“Sin duda. Recuerdo un chiste que circuló mucho aquí y que ilustra el divorcio que existe de lo que se piensa desde la perspectiva gubernamental para digitalizar a la sociedad y lo que en realidad sucede. El político Francisco Labastida, del PRI, tenía entre sus propuestas de campaña internet y computadoras para todos los niños. El chiste que se difundió en las redes es que un día Labastida llegó a una comunidad indígena y dijo ‘Niños, computadora e internet para todos. Pero un niño levantó la mano y dijo: oiga Señor, pero si ni siquiera hemos comido”, dice Fuentes.
Si bien el chiste es cruel, arroja la idea de dónde se encuentra México. El gobierno de Enrique Peña Nieto ha sido el único que parece mostrar interés en asumir un compromiso en torno a la digitalización de la sociedad mexicana. ¿Es un compromiso político o un titular de prensa? “El gobierno está obligado a tener un programa a largo plazo, porque la digitalización depende siempre de la inversión en el hardware. Si no hay una partida presupuestaria para darle mantenimiento, va a ser una llamarada de petate. Arderá mucho al principio, pero después de un tiempo desaparecerá. Si tú estás digitalizando a México, estás esperando mayor acceso a la información. Que las nuevas generaciones tengan las mismas oportunidades que tienen los niños en países desarrollados. Y obviamente los resultados no son inmediatos. Si el gobierno logra casar los objetivos con los resultados, entonces funcionará”.
Pero el problema mayor es que México es un país que se reinventa cada sexenio. Y si existe una agenda digital de desarrollo, ésta debe de estar desligada de las voluntades políticas. De lo contrario, será una llamarada de petate más.
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