Notimex.- Luego de su exhibición en el Museo Nacional de San Carlos (MNSC), la exposición “Prodigios de la luz. Sorolla y sus contemporáneos” se montará en Dallas (Texas) y San Diego (California), a fin de rendirle tributo al artista valenciano, de quien se conmemora mañana su aniversario luctuoso 90.
En recientes declaraciones a la prensa, Marco Antonio Silva Barón, curador e investigador del MNSC, expresó que la muestra llegará a Estados Unidos para revelar la historia del paso del prolífico pintor por el vecino país del norte, así como “la fama inusitada” que lo consagró a escala internacional.
“Al cumplirse un siglo de las exposiciones que se montaron con la obra de Sorolla en territorio estadunidense, el Meadows Museum de Dallas y el San Diego Museum of Art decidieron, en colaboración con la Fundación Mapfre, organizar este gran homenaje”, refirió.
La exposición, que puede ser apreciada en territorio nacional hasta el próximo 30 de septiembre, muestra más de 50 piezas, tanto del artista valenciano como de otros representantes de la pintura española de fines del siglo XIX y principios del XX, ofreciendo un panorama estético de la pintura ibérica de esa época.
Joaquín Sorolla y Bastida fue un fiel representante del luminismo, afamado porque en su obra logró reproducir de forma única la belleza de los paisajes mediterráneos y los quehaceres hispanos.
Nacido en el seno de una familia modesta, el 27 de febrero de 1863, en Valencia, España, quedó huérfano a causa de una epidemia de cólera que atacó la región. Su tía Isabel y su esposo se hicieron cargo de él y de su hermana Concha.
Pasados los años, intentaron en vano enseñarle el oficio de la cerrajería, pero pronto observaron que su verdadera vocación era la pintura. Entonces, lo inscribieron a clases con el escultor Cayetano Capuz y el pintor José Estruch en la Escuela de Artesanos, aseguran sus biógrafos.
En esa escuela permaneció tres años, tiempo durante el cual realizó varios progresos, dada la facilidad que tenía para dibujar y pintar.
En 1879 ingresó a la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos, a la par que trabajó en el taller de su tío. Una visita al Museo del Prado provocó su admiración por Diego Velázquez (1599-1660) y Doménikos Theotokópoulos, “El Greco”, (1541-1614).
Fue en la Academia de San Carlos donde conoció a Juan Antonio García, hermano de quien más tarde acabaría siendo su esposa, Clotilde García. En 1880 consiguió una Medalla de Plata por su obra “Moro acechando la ocasión de su venganza”, en la exposición de la sociedad El Iris.
Comenzó a enviar sus obras a concursos provinciales y exposiciones nacionales de bellas artes, como la de Madrid, en mayo de 1881, donde presentó tres marinas valencianas que no obstante su belleza, fueron juzgadas como indecorosas.
En 1881 participó en la Exposición Nacional, donde obtuvo su segunda medalla con la pintura “El dos de mayo”; obra melodramática y oscura hecha expresamente para la exposición.
De acuerdo con el portal de Internet del Museo Sorolla, otro logro en su carrera ocurrió en 1984, cuando obtuvo una beca para estudiar en Roma, gracias a su obra “El crit del Pelleter”. Allí, mientras trabajaba, conoció el arte clásico y renacentista, así como los grandes museos y a otros artistas.
Ese mismo año viajó a París con su amigo el pintor Pedro Gil. Vivió de cerca la pintura impresionista que posteriormente influiría en su obra; ya de regreso a Roma pintó el cuadro religioso “El entierro de Cristo”.
En 1888 contrajo matrimonio con Clotilde García, con quien procreó tres hijos. Vivieron un año más en Italia y un año después se instalaron en Madrid, donde logró fama con sus retratos.
Años después, regresó a París donde conoció el luminismo, que marcaría su obra posterior. Comenzó a pintar al aire libre, dominando con maestría la luz y combinándola con escenas cotidianas y paisajísticas de la vida mediterránea.
La fama internacional llegó con las exposiciones de París (1906) y Nueva York (1909), en las que alcanzó un importante éxito de ventas y de crítica. Valencia lo nombró Hijo Predilecto y Meritorio.
Su estilo luminista es admirado por todos. La luz valenciana, la gente del pueblo y sus actividades protagonizan sus cuadros, como se aprecia en “Niños en la playa”.
Entre 1912 y 1919, realizó la obra más importante de su carrera, pues decoró las paredes de la Hispanic Society de Nueva York con 14 paneles de temática regional española, por 150 mil dólares.
Sorolla supo dotar a su pintura de unas transparencias más propias de la acuarela que del óleo y supo realizar un tipo de impresionismo que entroncaba con la pintura española tradicional.
En 1920, mientras pintaba el retrato de la señora Pérez de Ayala en el jardín de su casa en Madrid, padeció un ataque de hemiplejía que mermó sus facultades físicas y mentales.
Entre sus obras destacan “La vuelta a la pesca”, “La playa de Valencia”, “Triste herencia”, “Madre e hija” y “Pescadora valenciana”, así como los retratos de Juan Ramón Jiménez y Vicente Blasco Ibáñez.
En vida, Sorolla logró el reconocimiento del público y de los críticos de arte, pero tras su muerte, acaecida el 10 de agosto de 1923, hay especialistas que consideran que su trabajo no es valorado como debería.
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